La mujer que teme al Señor será alabada
George Lawson
Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada (Proverbios 31:30).
¿Por qué no se cita la belleza en la representación de la mujer virtuosa? ¿Acaso la hermosura no es un adorno resplandeciente de su virtud? Pero en esta descripción no se menciona porque es una cualidad menor en comparación con las que se enumeran aquí. No es más que una flor que se marchita en un día; y el amor que surge gracias a ella solo es una pasión pasajera. Cuando la belleza no se endulza con la virtud, la mujer que la posee no es más que una puerca con un anillo de oro en el hocico, como nos dice Salomón (cf. Pr. 11:22). En el mejor de los casos, la belleza no puede asegurar ese amor que ha despertado, porque cuando el que ama se acostumbra a ella, esta acaba aburriéndole; y a veces le tienta a maldecir esa influencia encantadora que le cegó los ojos para que no se fijara en otras cualidades más sólidas.
“Pero la mujer que teme al Señor [tanto si es bella como si no], esa será alabada”; porque la verdadera piedad es la belleza del alma y supera a la del cutis o a la de las facciones, tanto como el Cielo es más alto que la Tierra, y la eternidad es más larga que el tiempo.
“El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR […]” (Pr. 9:10), y es la parte más esencial del carácter de la mujer virtuosa. Esto santifica todo lo demás y hace a la mujer toda radiante en su interior (cf. Sal. 45:13). Su alabanza no procede de los hombres, sino de Dios (cf. Ro. 2:29); sin embargo, sus efectos agradables, que se difunden por cada rincón de su comportamiento, no pueden sino despertar la admiración de todos aquellos que la contemplan.
Las flores de la poesía se han agotado en la tarea de adornar la belleza de la manera más provechosa; pero este solo versículo de la Escritura basta para darnos la justa noción de su verdadero valor. Ciertamente es una cualidad encantadora cuando va unida a la piedad y a la humildad, pero, sin estas últimas, es una trampa y un lazo. Cuando se trata de escoger esposa, los necios siguen su capricho, pero los sabios actúan conforme a la razón y a la Palabra de Dios.
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.