Fieles son las heridas del amigo
George Lawson
Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo (Proverbios 27:6).
No se debe amar a los amigos básicamente por el placer que nos proporcionan, aunque nada en la Tierra es más agradable que un amigo verdadero. Su integridad y su fidelidad son sus cualidades más valiosas, y a veces tendrán ocasión de demostrarlas hablándonos de cosas que son mucho más útiles que agradables. David quería un amigo que le hiriera y le golpeara para su provecho (cf. Sal. 141:5) tanto como el sabio valora al cirujano que hace las incisiones necesarias, aunque sean dolorosas, con el fin de restaurarle la salud perdida. Abisai, que demostró tanto celo por su honra, no era más querido para David que el profeta Natán, que le reprendió abiertamente por el asesinato de Urías.
Todos los hombres admiten que los besos del enemigo son engañosos y detestables. “En sus labios pone dulzura el enemigo, mas en su corazón trama arrojarte a la fosa. En sus ojos lagrimea el enemigo, mas si topa ocasión, no se verá harto de tu sangre. Si los males te visitan, primero que tú le encontrarás allí, fingiendo ayudarte te agarrará el talón” (Eclesiástico 12:16-17 Biblia de Jerusalén). Las caricias de un enemigo son muy viles y peligrosas; pero es preciso tener en cuenta si no tenemos mayor cantidad de venganza que de generosidad en nuestro temperamento cuando odiamos los besos del enemigo más de lo que valoramos las heridas del amigo. Si estimamos la imagen de Cristo, es cierto que quienes nos reprenden con fidelidad manifiestan una amistad que se parece al amor del Señor hacia su pueblo en mayor medida que los que retienen de nosotros este claro signo de auténtico cariño.
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.