Porque Dios no cambia, su iglesia será preservada y librada
Edward Pearse
He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír (Isaías 59:1).
Porque Dios no cambia, su iglesia será preservada y librada — preservada bajo sus sufrimientos y aflicciones y, a su tiempo, librada de todos ellos; ¡y qué dulce es eso! La pobre iglesia de Dios muchas veces cae en dificultades profundas y serias, tanto que parece que se hunde y la vencen. Muchas veces es “pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo” (Isaías 54:11). Tal es ciertamente su condición en la actualidad; y así como el buen anciano Eli “su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios” (1 Samuel 4:13), un tipo de la iglesia, es posible que ahora algunos tiemblen por la iglesia de Dios, temiendo cómo le irá; y ciertamente no es uno de los hijos de Sión el que no se preocupa por las aflicciones de Sión. Pero, he aquí, mis amados, que en todos estos temores y temblores del corazón, existe una fuerte consolación. Dios es inmutable y, siendo inmutable, es seguro que apoyará y librará a su iglesia, y que lo hará de la mejor manera y en el momento más apropiado.
Dios nunca le ha fallado a su iglesia en sus aflicciones. Sí, es admirable considerar como en el pasado la ha llevado adelante en medio de sus dificultades; cuán dulcemente la ha sostenido y cómo, en el tiempo propicio, la ha librado. Cuando estaban en Egipto bajo el yugo de la esclavitud; cuando estaban en el desierto; cuando estaban en el mar Rojo, cuando estaban en Babilonia, en la época de Hamán y en la de Herodes; cuando el cuello de toda la iglesia de Dios se encontraba en la guillotina, por así decir, y también a través de todas las épocas de tiranía y persecución anticristiana hasta este día, oh, ¡cuán admirablemente ha obrado Dios a su favor sosteniendola y liberándola! Y, ciertamente, lo que él ha hecho, él puede hacer y hará por ella nuevamente según se requiera. Dios es inmutable. “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír” (Isaías 59:1).
Porque Dios no cambia, él es tierno y cuidadoso con su iglesia y pueblo como siempre lo fue. Porque no cambia, es, en todo sentido, el mismo para su pueblo ahora como lo era en el pasado; el mismo en su amor por ellos, su celo por ellos, su compasión por ellos y su interés en ellos. Permanece en la misma relación de pacto con ellos como siempre. Él es su Rey, su Cabeza, su Esposo, su Amigo, su Padre, su Pastor, ahora como lo fue hasta el presente. Tiene la capacidad de ayudarles en todo sentido y, en consecuencia, los sostendrá y, a su tiempo, los librará; y la fe ve y descansa segura en esto. “Despiértate, despiértate, vístete de fortaleza, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No ere tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón? ¿No eres tú el que secó la mar, las aguas del grande abismo; el que al profundo de la mar tornó en camino, para que pasasen los redimidos?” (Isaías 51:9, 10). Y nuevamente: “Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte, para que no confiemos en nosotros mismos, sino en Dios que levanta los muertos: el cual nos libró y libra de tanta muerte; en el cual esperamos que aun nos librará” (2 Corintios 1:9, 10).
Porque la fe aboga en base a lo que Dios ha hecho pasando a lo que hará por su pobre iglesia y pueblo, y ¿qué otro motivo puede tener para hacerlo sino su inmutabilidad? Cuídese Sión, o sea la iglesia y el pueblo de Dios, de aquello que dijeron en la antigüedad: “Mas Sión dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí” (Isaías 49:14). Pero Dios cambiaría si así fuera. Es cierto, Dios puede permitir que su iglesia sufra mucha aflicción, como sucede ahora, pero no es más que para ensalzar aún más su propia gloria al sostenerla y librarla.
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Edward Pearce (1633-11827): puritano, fue echado de la parroquia de St Margaret, Westminster, cuando se adoptó el Acto de Uniformidad (que forzó a muchos evangélicos a renunciar a sus pastorados más bien que adoptar las doctrinas y prácticas erróneas de la Iglesia Anglicana). Era conocido como “un predicador muy afectuoso y servicial”. Su obra más conocida, Beams of Divine Glory (Rayos de gloria divina), exalta a Cristo y brinda gran esperanza al cristiano.
Tomado de su libro: A Beam of Divine Glory (Un rayo de gloria divina) — publicado por Soli Deo Gloria Publications.
Publicado con permiso de Chapel Library.