La mente del hombre planea su camino
George Lawson
La mente del hombre planea su camino, pero el SEÑOR dirige sus pasos (Proverbios 16:9).
El primer versículo de este capítulo expresa en muchas traducciones esta misma verdad. “Del hombre son los propósitos del corazón, mas del SEÑOR es la respuesta de la lengua” (Pr. 16:1).
El Señor tiene una influencia soberana en los corazones y los pensamientos de los hombres, y estos no pueden planear nada sin la aprobación de la Providencia, “porque en Él vivimos, nos movemos y existimos […]” (Hch. 17:28). Aun cuando los hombres echan mano de medios profanos para determinar su conducta, la santa providencia de Dios, con una influencia incomprensible, anula sus mentes y decide en sus consejos. Cuando el Rey de Babilonia empleó la adivinación para saber si debía dirigirse hacia Rabá o hacia Jerusalén (cf. Ez. 21:21), fue el Señor quien le hizo decidirse a marchar contra su propio pueblo para castigar a Judá por sus iniquidades.
Sin embargo, Salomón afirma con verdad que “la mente del hombre planea su camino”, porque el hombre goza de una voluntad completamente libre para formar sus proyectos.
El decreto y la providencia de Dios no interfieren en este libre albedrío de las criaturas racionales, pero el libre albedrío del hombre tampoco puede impedir el dominio absoluto del Altísimo sobre los corazones, así como sobre las fortunas de los hombres (cf. Sal. 33:15).
El dominio soberano de Dios resplandece claramente en el hecho de que Él dispone los caminos de los hombres. Ejecutan o no sus consejos conforme a lo que haya determinado la sabiduría divina. Unas veces sus planes se hacen realidad y otras no, pero, tanto en un caso como en otro, jamás deja de cumplirse el propósito de Dios. Los que no conocen al Señor, los que no quieren reconocer sus decretos y su providencia, y los que se confiesan enemigos declarados suyos, todos ellos son instrumentos que Dios emplea en la ejecución de sus decretos. El diablo mismo estuvo muy implicado en el cumplimiento del propósito glorioso del Señor respecto a nuestra salvación.
Dios no solo determina la realización de los planes del hombre, sino cada uno de los pasos que da todo ser humano. No solo dirige cada uno de los pasos de su pueblo (cf. Pr. 3:5), sino que Él ordena todos los pasos del andar de cada hombre, y hasta los de sus mayores enemigos (cf. Jer. 10:25). Y en consecuencia, cuando Isaías y Miqueas hablan de la invasión de los asirios sobre Judea, vemos que mencionan los detalles de su marcha, como si hubieran estado escribiendo una historia en lugar de una profecía; porque estaban inspirados por “aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad” (Ef. 1:11), y utiliza a todas las criaturas como siervas de su providencia (cf. Is. 10; Mi. 1).
¡Qué gran consuelo puede obtener el pueblo de Dios a partir de esta verdad! Nuestro Padre celestial tiene en su poder todos los corazones, todas las lenguas y todas las manos. Ni siquiera un perro puede mover la lengua contra uno de nosotros a menos que Él le de su permiso (cf. Is. 54:17).
Cualquier cosa que nos suceda como consecuencia del rencor de los hombres debería llevar nuestros pensamientos hacia Dios y, al considerarlo como parte de la Providencia, veremos que no tenemos ningún motivo para quejarnos, sino más bien muchas razones para adorar a nuestro Señor (cf. Lm. 3:37-39).
No determinemos jamás ningún plan de conducta sin reconocer a Dios. Si no queremos tener en cuenta a la Providencia al proponer las medidas que vamos a tomar, descubriremos al llevar a cabo nuestros planes que hay un designio de la Providencia que va a seguir su curso a pesar de toda la sabiduría y toda la fuerza de los hombres.
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.