Modestia
Jeff Pollard
“Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos” (1 Timoteo 2:9).
Recién convertido, asistí a un encuentro para jóvenes que se celebraba todos los años en una playa de Florida. Allí me surgieron varios interrogantes acerca de la corrección de estar vestido o desnudo, lo cual me llevó a la Palabra de Dios y a la oración, y la conclusión fue que nunca volvería a ese congreso. También tenía hijos que me formulaban preguntas sinceras acerca de estos asuntos. Mis intentos de explicar al organizador de aquel encuentro el motivo por el que ya no quería regresar más allí y las respuestas que di a mis hijos produjeron como resultado este estudio.
Respecto al congreso juvenil, no me preocupaba ni la ortodoxia ni la capacidad de los maestros que intervinieron. Todo eso estaba muy bien. Ellos, al igual que yo, declaraban con firmeza que creían en el señorío de Jesucristo en cada área de la vida del cristiano, así como en la doctrina de la libertad cristiana. Lo que me inquietaba, sin embargo, era la playa, con su consiguiente atmósfera lasciva, y que el vestido de los asistentes no parecía estar en armonía con la predicación de la santidad de Dios. Esto producía un mensaje confuso, una conflictiva combinación de santidad e impureza. Me recordaba al olor rancio del perfume mezclado con el humo del tabaco.
Todo aquello me llevó a analizar la modestia en general y luego la moda de baño en particular. ¿Por qué? Porque la Escritura me convenció de que los trajes de baño modernos son en realidad una desnudez carente de todo decoro; y la Historia me convenció de que se diseñaron precisamente con esa intención. Tras pasar bastante tiempo investigando, descubrí que la industria de la moda había utilizado las prendas de baño para cambiar la opinión pública acerca del decoro. En otras palabras, los diseñadores de moda usaron los trajes de baño para desnudar a la sociedad occidental. Y esto es diametralmente opuesto a la modestia cristiana. Espero que, examinando los distintos aspectos que conciernen a la moda de baño, podamos aprender algo acerca de la moda y de la modestia.
Ahora bien, ¿qué es la modestia? Al igual que las palabras amor y fe, solemos utilizar la palabra modestia sin captar su verdadero significado. Los diccionarios modernos ofrecen definiciones como estas:
1. Virtud que modera, templa y regla las acciones externas, conteniendo al hombre en los límites de su estado, según lo conveniente a él.
2. Cualidad de humilde, falta de engreimiento o de vanidad.
3. Pobreza, escasez de medios, recursos, bienes, etc.
María Moliner define modesto de la siguiente manera: “1. Aplicado a las personas y a sus actitudes y palabras, se aplica al que no se cree a sí mismo de mucha importancia o valor, y adopta una actitud correspondiente: ‘Es un hombre modesto, a pesar de su valer’. 2. Aplicado a las personas y a su posición, origen, medios, etc., de posición social o económica no brillante, aunque tampoco humilde: ‘Un muchacho modesto [o de posición modesta] que se ha elevado por sus méritos’. 3. Aplicado a las mujeres, se dice de la que cuida de que su comportamiento, en el aspecto de las relaciones con el otro sexo, no sea libre o provocativo. ~ Honesta, pudorosa, recatada”.
Según estas definiciones, la modestia es un concepto amplio que no se limita a las connotaciones sexuales. Es un estado de ánimo o disposición que expresa una valoración humilde de uno mismo ante Dios. La modestia, como la humildad, es lo contrario del descaro o de la arrogancia. No busca llamar la atención ni exhibirse de manera indecorosa. María Moliner parece asociar la castidad con la modestia porque castidad significa pureza moral en pensamiento y conducta. La pureza moral, como la humildad, no se exhibe con sensualidad ni tampoco con ostentación.
Varias palabras me dieron luz acerca de la visión bíblica de la modestia. En 1 Timoteo 2:9 se dice que las mujeres deben vestirse “con ropa decorosa, con pudor y modestia”. La palabra que se traduce como decorosa tiene “el significado general de ‘respetable’, ‘honorable’, y cuando se utiliza para referirse a las mujeres significa además, como aquí, ‘decoroso’”. George Knight III señala que “arreglarse y vestirse son un aspecto por el que las mujeres suelen preocuparse y en él existe el peligro de caer en la inmodestia o la indiscreción”. Por eso, “Pablo centra su exhortación en este asunto y ordena a las mujeres que ‘se vistan’ según su profesión de fe y con su vida cristiana”. Por tanto, la modestia es un elemento integrante del carácter cristiano y nuestra vestimenta debe “profesar” lo mismo que nosotros. Las directrices de Pablo implican que esta materia es especialmente peligrosa para la mujer.
Según Knight, pudor denota “un estado mental o una actitud necesaria para que uno se preocupe por la modestia y, en consecuencia, se vista decorosamente”. Viene a significar “un sentimiento moral, reverencia, sobrecogimiento, respeto por el sentimiento u opinión de los demás o por la propia conciencia y, por tanto, vergüenza, dignidad, […] sentido del honor”. Esto quiere decir que la modestia conoce los límites y desea permanecer dentro de ellos. No desea exhibirse.
Finalmente, como ya he dicho, modestia tiene entre sus significados “el sentido general de ‘buen juicio, sobriedad, templanza’, y cuando se contempla como ‘virtud femenina’ se entiende como ‘decencia, castidad’”. El término sobriedad implica “un control sobre las pasiones del cuerpo, un estado de dominio en el área de los propios apetitos. El significado básico de la palabra tiene distintos matices y connotaciones y se refiere a ‘ese autocontrol interior habitual que nunca da rienda suelta a todas las pasiones y los deseos, que pone obstáculos para que no se le presente la tentación [de caer en la inmodestia]’. […] En efecto, Pablo está diciendo que cuando tales actitudes controlan conscientemente la mente de la mujer, el resultado visible es que se viste con ropa decorosa”. Kelly dice del pudor y de la sobriedad que “el primer término, que solo se utiliza en este versículo en el Nuevo Testamento, tiene una connotación de reserva femenina en materias sexuales. El segundo […] expresa básicamente un perfecto control de los apetitos físicos. […] Aplicado a las mujeres, también tiene un matiz claramente sexual”.
Me he tomado el tiempo de explicar un poco el significado de estas palabras porque hoy en día hay pastores que opinan que las palabras de Pablo solo se refieren a llevar ropa lujosa, cara o chillona dentro de la iglesia. Su argumento es que este tipo de ropa “distraería” la atención en los cultos de adoración. Sin embargo, prefieren pararse ahí y no ir más allá. Estoy totalmente de acuerdo en que esa idea va incluida en las palabras del Apóstol, pero estas personas pasan por alto el aspecto sexual que está claramente presente en el pensamiento de Pablo. “Mientras que sus observaciones, en líneas generales, están de acuerdo con la diatriba convencional contra la extravagancia de las mujeres, probablemente lo más importante que Pablo tiene en mente es la incorrección de que las mujeres exploten su atractivo físico en tales ocasiones, y también el trastorno emocional que pueden ocasionar en sus hermanos varones”. Knight explica que “la razón por que Pablo prohíbe los peinados ostentosos, la joyería recargada y los vestidos demasiado caros se hace evidente cuando uno lee en la literatura de la época acerca de la desmesurada cantidad de tiempo, gasto y esfuerzo que requerían esas joyas y esos cabellos tan cuidadosamente trenzados; no solamente significaban un despliegue de ostentación, sino que también era la forma habitual de vestir de las cortesanas y de las rameras. […] Lo que Pablo prohíbe es el exceso y la sensualidad”.
Tanto el exceso como la sensualidad tienen que ver con la modestia. Las mujeres cristianas deben controlar conscientemente sus corazones y sus pasiones, en lugar de engalanarse de forma recargada, con ropa cara y/o sensual. Si son modestas, no llamarán la atención hacia sí mismas de forma equivocada. Su indumentaria no dirá “SEXO”, “ORGULLO” ni “DINERO”, sino “pureza”, “humildad” y “moderación”.
Una cosa más: como el contexto inmediato de la Epístola de Pablo a Timoteo trata sobre el comportamiento de los cristianos en la iglesia, hay quienes afirman que para el Apóstol este debate se limita a las distracciones en el culto comunitario y no afecta a los principios del vestido a lo largo de toda la Historia. Una vez más creo que estas personas no entienden a Pablo. La Iglesia es “columna y sostén de la verdad” (1 Timoteo 3:15). Por tanto, los principios que se enseñan para ordenar nuestras vidas en los momentos de adoración a Dios deberían ser la guía última para nuestro caminar diario en su presencia. ¿Acaso puede uno concluir que la mujer debe vestirse con modestia en la presencia de Dios y de los hombres para asistir al culto comunitario y luego ataviarse con orgullo y sensualidad fuera de las reuniones de la iglesia? Aquí la percepción de Knight es aguda: “Por tanto, las instrucciones de Pablo a las mujeres, al igual que las que acaba de dar a los hombres, están dentro del contexto de las reuniones de la comunidad cristiana, pero no están restringidas a ellas. Los hombres deben vivir siempre vidas santas que eviten la ira y la contienda, especialmente cuando oren por otros [cf. 1 Timoteo 2:8]; las mujeres deben vivir siempre en consonancia con su profesión de piedad, vistiéndose con modestia y discreción, y manifestando una relación correcta con los hombres respecto a la cuestión de la autoridad”. Tenemos, pues, unas directrices bíblicas referentes al vestir con decoro que empiezan en el contexto del culto comunitario y desde ahí se extienden a nuestra vida diaria.
Sin embargo, una vez dicho esto, debo aclarar que la modestia no tiene que ver principalmente con la moda. Es fundamentalmente un asunto del corazón. Y si el corazón está en armonía con Dios, se gobernará a sí mismo en pureza y humildad y se expresará con modestia. Calvino observa: “No obstante, siempre debemos empezar con las actitudes; porque donde reina la disipación, no habrá castidad; y donde reina la ambición, no habrá modestia en el atavío externo”. Y concluye: “Sin duda el atavío de una mujer virtuosa y piadosa debe diferir del de una ramera. […] Si la piedad debe demostrarse con las obras, esta profesión también debería ser patente por medio de una indumentaria casta y apropiada”. Y esto no se aplica solamente al culto comunitario, sino a la vida diaria. Aunque es verdad que es posible vestirse con modestia con la motivación pecaminosa del orgullo, también es cierto que uno no puede vestirse lujosa y sensualmente con buenas intenciones. Así, un corazón regenerado en el interior
debe expresar en última instancia su pureza y su humildad por medio de una indumentaria decorosa en el exterior.
Por consiguiente, puesto que la palabra modestia tiene varias acepciones, crearemos nuestra propia definición a partir de la Biblia: la modestia cristiana es el autocontrol interior que se origina partiendo de la base de una correcta comprensión de uno mismo ante Dios, y que se manifiesta externamente vistiendo con una humildad y una pureza fruto de un amor genuino hacia Jesucristo, y no vanagloriándose y alabándose a uno mismo. La modestia cristiana, pues, no se exhibe jamás públicamente en una desnudez pecaminosa.
Extracto de La modestia cristiana de Publicaciones Aquila, usado con permiso