La devoción a Dios en acción
Jerry Bridges
“Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso,
pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa
de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8).
No hay mayor halago para un cristiano que decirle que es una persona piadosa, o devota de Dios. Puede tratarse de un padre responsable, un celoso trabajador en la iglesia, un dinámico testigo de Cristo o un talentoso líder cristiano; pero nada de esto importa si, al mismo tiempo, no es alguien devoto de Dios.
Las palabras piadoso y piedad aparecen solo unas pocas veces en el Nuevo Testamento; pero la Biblia entera es un libro que tiene que ver con la piedad o devoción a Dios.
Cuando Pablo quiere resumir la esencia de la vida cristiana en un párrafo breve, se concentra en la devoción a Dios. Nos dice que la gracia de Dios nos enseña a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos para que “vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”, mientras aguardamos la venida de nuestro Señor Jesucristo (Tito 2:11-13).
¿Qué es, pues, la devoción a Dios? ¿Cuáles son las características de una persona piadosa?
“Devoción en acción”
La Biblia comienza a darnos indicios acerca de la devoción a Dios desde sus primeras páginas. Génesis 2:21-24 nos cuenta acerca de Enoc, el padre de Matusalén, y en un breve resumen de la vida de este —en tres versículos— Moisés dice dos veces que Enoc “caminó con Dios”. El autor de Hebreos, por su parte, en el capítulo 11 de su epístola, incluye a Enoc en su lista de “campeones de la fe”, pero lo considera desde otra perspectiva: dice que Enoc “tuvo testimonio de haber agradado a Dios”. Aquí, pues, hay dos pistas importantes: una es que Enoc caminó con Dios, y otra que Enoc agradó a Dios.
Es evidente por estas dos declaraciones que la vida de Enoc estaba centrada en Dios; Dios era el Norte de su existencia, el centro de su vida.
Dios es el centro de atención
La devoción no es una actividad, sino una actitud hacia Dios. Y esta actitud se compone de tres elementos esenciales:
● el temor de Dios
● el amor de Dios
● el deseo de Dios
Veremos estos elementos en detalle en el capítulo 2; basta decir, por ahora, que los tres elementos en cuestión tienen su centro de atención en Dios. La devoción a Dios en acción (o piedad) es una disciplina o un ejercicio enfocado en Dios. De esta actitud hacia Dios provienen el carácter y la conducta que consideramos piadosos. Muchas veces tratamos de cultivar una conducta y un carácter cristiano sin tomarnos el tiempo para hacer lo propio con una devoción centrada en Dios: intentamos agradar a Dios sin dedicar tiempo a caminar con Él y a cultivar una relación con Él. Esto es imposible.
Considere los exigentes requisitos de una vida devota de Dios que presenta William Law. Law utiliza la palabra devoción en un sentido amplio, que abarca todo lo que se incluye en la piedad, tanto las acciones como las actitudes:
La devoción significa una vida entregada a Dios. Es, pues, un hombre devoto [piadoso] quien vive ya no según su propia voluntad de Dios; quien considera a Dios en todo; quien sirve a Dios en todo; quien en todas las facetas de su vida diaria (facetas de la piedad), todo lo hace en nombre de Dios y según las leyes que son conforme a su gloria.
En la descripción que hace Law de la persona devota de Dios, la piedad cubre la totalidad de la vida de esta. Nada queda fuera de ella: Dios es el centro de sus pensamientos, y sus deberes más ordinarios lo lleva a cabo teniendo por objetivo la gloria de Dios. Como lo expresó Pablo a los corintios, si come o bebe o hace cualquier otra cosa, lo hace para la gloria de Dios.
Es evidente que semejante estilo de vida centrado en Dios no se puede desarrollar y mantener sin un sólido fundamento de devoción a Dios. Slo una fuerte relación personal con el Dios viviente puede cuidar de que este compromiso no se convierta en algo opresivo y legalista. Juan escribe que los mandamientos de Dios no son una carga: una vida piadosa no es fatigosa, pero esto es verdad solo si la persona mantiene en primer lugar la devoción a Dios.
La devoción a Dios es, entonces, la fuente del carácter piadoso. Y esta devoción constituye la única motivación para la vida cristiana que a Dios le agrada.
Tal motivación distingue a la persona devota de la persona moral, o de la persona benévola, o de la persona entusiasta. La persona devota de Dios es moral, benévola y entusiasta a causa de su devoción a Él. Y su vida adquiere una nueva dimensión que refleja el sello de Dios.
Es triste que muchos cristianos no tengan esta aura de piedad rodeandolos. Pueden poseer muchos talentos y ser simpáticos, o también estar muy ocupados en la obra del Señor, y aun quizá tener un éxito aparente en algún campo del servicio cristiano y, sin embargo, no ser devotos a Dios. Puede que estén dedicados a una visión, un ministerio o una reputación como cristianos, pero no a Dios.
La devoción a Dios es más que el carácter cristiano: el carácter cristiano surge de la devoción a Dios. Pero también es cierto que la devoción a Dios siempre resulta en un carácter piadoso.
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Este artículo es un extracto del primer capítulo de La devoción a Dios en acción por Jerry Bridges, publicado por Editorial Peregrino.
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