Dios, el diseñador de la ropa
Jeff Pollard
“Y el SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió” (Génesis 3:21).
Aquellos que profesamos haber nacido del Espíritu de Dios estamos de acuerdo en que debemos rechazar la desnudez pecaminosa y practicar la modestia. ¿Pero ofrece la Biblia una norma objetiva para ambas? Yo creo que sí. El problema yace en definir estos términos ajustándose a su sentido bíblico en lugar de hacerlo según opiniones personales. La Escritura señala a Dios como Creador soberano de todas las cosas, así como autor y diseñador de la ropa. La Biblia explica el origen de la ropa, y los ejemplos subsiguientes de vestido que aparecen en las Escrituras revelan al menos una sencilla máxima: Dios concibió la ropa para cubrir el cuerpo y no solo las partes íntimas. [Por favor, ten en cuenta que esto no es argumento a favor de volver a la moda que se llevaba en los tiempos de la Biblia. Los ejemplos citados solo sugieren el propósito y la función de la ropa y el área aproximada del cuerpo que Dios pretendía cubrir cuando la creó.]
1. Cuando no había ropa. Génesis 2:25 dice: “Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban”. Es importante entender que en el principio, la desnudez no era vergonzosa. De hecho, “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Aunque Adán y Eva estaban desnudos, no se sentían avergonzados o humillados públicamente; su desnudez era buena en gran manera porque Dios los había creado así. En estas circunstancias, la ropa era innecesaria.Por tanto, ¿qué fue lo que transformó la desnudez de buena en vergonzosa? ¿Y por qué Dios mismo cubrió el cuerpo del hombre? Considera con cuidado las siguientes respuestas.
2. Cuando Dios vistió al hombre y a la mujer. La desnudez era buena hasta que Adán y Eva se rebelaron contra Dios. En ese momento el pecado entró en escena seguido por la vergüenza: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. […] Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí. […] Y el SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió” (Génesis 3:7, 10,21). Como resultado de su caída en el pecado, Dios cubrió la desnudez de Adán y Eva. El conocimiento de su pecado transformó su concepción de la desnudez, que pasó de ser “buena” a considerarse vergonzosa, hiriente, humillante. El bochorno y la vergüenza se introdujeron en la Historia, pero el relato no acaba ahí, gracias a Dios. En su gran misericordia el Creador les proporcionó una vestidura de gracia.
El aspecto central de esta narración es su aplicación espiritual con referencia al Evangelio: Adán y Eva perdieron su estatus de justos ante Dios y fueron “desnudados” por el pecado. El Creador entonces mató unos animales e hizo unas túnicas con sus pieles para cubrir en su gracia a Adán y Eva, después de que ellos trataran de cubrirse a sí mismos lastimosamente con los “delantales” de sus propias obras. Este hermoso tipo de la misericordia y la gracia de Dios se cumplió luego en el sacrificio propiciatorio de Jesucristo. Thomas Boston comenta:
Pero sobre un fundamento más sólido podemos observar que nuestros primeros padres se hicieron sus primeras prendas de vestir, y Dios hizo las siguientes, las cuales cumplieron con eficacia su función como vestido. De aquí podemos aprender la absoluta insuficiencia de nuestra propia justicia para cubrir nuestra desnudez espiritual, y la total necesidad que tenemos de la justicia de Dios, la justicia imputada que es capaz de vestir por completo al alma pecadora.
Dios utilizó este hecho material para enseñarnos una verdad espiritual. Sustituyó los delantales de Adán y Eva por “túnicas de piel”. Aunque Adán cubrió sus partes íntimas, Dios le cubrió de la rodilla hasta el cuello. Esto es importante: la obra de las manos de Adán no fue aceptable para Dios ni espiritual (la justicia de sus obras) ni físicamente (su desnudez); solo la cobertura de Dios es suficiente en cuanto a ambos aspectos. Mientras que Adán cubrió solo sus vergüenzas, el Señor cubrió el cuerpo del hombre. Alsop afirmó que “nuestros primeros padres, en su precipitación por cubrir su vergüenza, solo se preocuparon de hacerse delantales: pero Dios —que tenía una idea correcta de las necesidades del hombre y de lo que hacía falta para suplirlas; de la norma de la decencia y de lo que la cumpliría completamente— les dotó de vestiduras para que todo el cuerpo […] estuviera cubierto y oculto”.
Aunque no tenemos “fotos” de la ropa de Adán y Eva, la palabra vestiduras se utiliza sistemáticamente por todo el Antiguo Testamento con el significado de prenda tipo túnica. Lo que se traduce por vestiduras en Génesis 3:21 es la palabra hebrea kethoneth que viene de una raíz poco habitual que significa cubrir. La kethoneth era la prenda ordinaria que llevaban el hombre y la mujer como puede verse en las túnicas de piel que visten Adán y Eva en la enciclopedia bíblica en imágenes. Esta especie de camisa solía tener las mangas largas y llegaba hasta los tobillos cuando se llevaba como prenda exterior. “Los obreros, esclavos y prisioneros las llevaban más cortas, a veces solo hasta la rodilla, y sin mangas”. Varios diccionarios muy conocidos se hacen eco de que era “[la] prenda principal habitual del hombre y la mujer, se llevaba encima de la piel […] una prenda larga como una camisa corrientemente de lino […]La de Adán estaba hecha de pieles”. La kethoneth se parecía a la “túnica” romana, que corresponde prácticamente con una “camisa larga” actual, y quedaba siempre por debajo de las rodillas; si estaba diseñada para ocasiones formales, llegaba casi hasta el suelo; mientras que el tipo más sencillo era sin mangas y solo por la rodilla. Otras descripciones nos dicen que estaba hecho de lino o de lana y que llegaba hasta la rodilla o el tobillo. Todas estas fuentes coinciden respecto a la kethoneth: cubría el cuerpo al menos del cuello a las rodillas, mientras que a veces llegaba hasta la mitad de la pantorrilla o hasta los pies.
Lo importante es recordar que esta es la prenda que Dios diseñó para cubrir la desnudez y la vergüenza de Adán y Eva. En otras palabras, Dios no les dio un bikini de pieles como símbolo de nuestra justificación y nuestra salvación. Por otra parte, esta no fue la única vez que Dios empleó este diseño.
3. Cuando Dios dio vestiduras sacerdotales. Dios no solamente ordenó a los sacerdotes para su oficio santo, también les diseñó una vestimenta santa. Él dijo a Moisés: “Y hablarás a todos los hábiles artífices, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, y ellos harán las vestiduras de Aarón para consagrarlo, a fin de que me sirva como sacerdote. Estas son las vestiduras que harán: un pectoral, un efod, un manto, una túnica (kethoneth) tejida a cuadros, una tiara y un cinturón; y harán vestiduras sagradas para tu hermano Aarón y para sus hijos, a fin de que me sirvan como sacerdotes” (Éxodo 28:3-4). De este modo Dios, el diseñador original de la ropa, cubrió sus cuerpos como había hecho con Adán y Eva.
4. Cuando Dios llevaba ropas. El Señor Jesucristo es el Verbo que “se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Una pregunta justa sería pues: “Cuándo Dios se hizo hombre, ¿qué ropa vestía?” La respuesta bien merece esta larga cita de Alfred Edersheim:
El vestido del cuerpo, lo constituían tres o cuatro prendas comúnmente. Primero venía la ropa interior, la Chaluq (túnica) o la Kittuna—también Kittanitha y Kittunitha— (la Kethoneth bíblica), nombre este último del cual puede haberse derivado [el término inglés “cotton”] “algodón”. La Chaluq podía ser de lino o de lana. Los hombres de letras la llevaban hasta los pies. Iba cubierta por una prenda exterior, el Tallith (manto), hasta un palmo de su borde inferior aproximadamente. La Chaluq estaba en contacto con el cuerpo y no tenía otra abertura que alrededor del cuello y los brazos. Su borde inferior tenía una especie de costura. El poseer sólo una de estas prendas era considerado una marca de pobreza. De ahí que cuando los apóstoles fueron enviados a su misión temporal se les indicó que no tomaran dos “túnicas” (Mateo 10:10). Muy parecido, aunque no idéntico a la Chaluq, era el antiguo vestido mencionado en el Antiguo Testamento como Kethoneth, que corresponde al griego “Chiton”. Como el vestido que llevaba nuestro Señor (Juan 19:23) y los que mencionó a sus apóstoles son designados por este mismo nombre, llegamos a la conclusión de que son la bien conocida Kethoneth o Kittuna rabínica. Ésta podía ser de casi cualquier material, hasta de piel, aunque generalmente era de lana o lino. […] Podemos formarnos ahora una idea aproximada de la apariencia externa de Jesús aquella mañana de primavera entre la multitud en Capernaum. Podemos suponer, con garantías, que iba en el vestido ordinario, no en el más ostentoso, que llevaban los maestros judíos en Galilea. […] La Chaluq, o si se quiere, la Kittuna, que formaba su vestido interior, tiene que haberle ido muy justa, y le llegaba hasta los pies, puesto que no sólo la llevaban los maestros, sino que se consideraba como absolutamente necesaria para todo el que quisiera leer públicamente o “targumar” las Escrituras, o ejercer alguna función en la Sinagoga.
Así se cubrió nuestro Señor Jesucristo, el Dios vivo venido en carne, del mismo modo que había cubierto a Adán y a Eva y al sacerdocio santo. ¿Es Cristo un buen ejemplo para nosotros?
5. Cuando Dios vista a los santos en el Cielo. El apóstol Juan nos presenta una visión de los santos en el Cielo: “Y se les dio a cada uno una vestidura blanca; y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo, hasta que se completara también el número de sus consiervos y de sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido” (Apocalipsis 6:11; cf. Apocalipsis 7:9,13,14). Esta vestidura es una prenda masculina exterior suelta que llegaba hasta los pies; la usaban reyes, sacerdotes y personas de rango. Los diccionarios la definen bien como una “vestidura larga y suelta” o bien como la “prenda exterior larga y suelta, a veces utilizada como vestidura propia de los sacerdotes […]”.
Parece, pues, que la Biblia sí que nos ofrece un modelo acerca de cómo cubrir nuestro cuerpo. Desde las prendas que Dios dio a Adán hasta las que Él diseñó para los sacerdotes, y desde la indumentaria de Jesucristo hasta las vestiduras limpias y blancas de los santos en gloria, disponemos de un testimonio coherente. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento revelan que el pueblo de Dios en la Tierra y en el Cielo se visten con prendas que cubren el cuerpo desde el cuello hasta más abajo de la rodilla (posiblemente hasta media pantorrilla o hasta el tobillo). Estos pasajes, junto con otros, indican que los cristianos tienen un modelo según el cual deben vestir sus cuerpos, especialmente cuando se reúnen como Iglesia para adorar al Dios vivo.
Calvino comenta que “puesto que el vestido es un asunto indiferente, (al igual que todas las cuestiones externas) es difícil asignarle un límite fijo hasta dónde podamos ir[…] Esto, al menos, puede establecerse por encima de toda controversia: que todo aquello en el vestir que no esté de acuerdo con la modestia y la sobriedad debe rechazarse”. Calvino está en lo cierto: es difícil poner un límite fijo. Sin embargo, ya que Dios mismo cubrió a Adán y a los sacerdotes; y puesto que Cristo se cubrió como cubre a los santos en el Cielo, ¿acaso no tenemos el modelo perfecto de modestia y sobriedad? Cuando nosotros los creyentes no encontramos un mandato escrito en la Biblia, lo normal es que busquemos en el testimonio perfecto de Dios un principio a partir del cual podamos sacar una conclusión adecuada. Si rechazamos este sistema, ¿dónde vamos a encontrar un modelo de modestia? Junto a cualquier otra enseñanza que pueda obtenerse de estos relatos de las Escrituras, es obvio que la ropa cubría el cuerpo, especialmente en la adoración. Permíteme recalcar una vez más que no pretendo un retorno al estilo de vestimenta de aquellos tiempos: quiero explicar la función de la ropa en relación con la modestia. Adán, el sacerdocio, Jesucristo y los santos glorificados, todos señalan un hecho claro: el pueblo de Dios debe cubrirse. Y el modelo bíblico sugiere un criterio que obligue a tapar, al menos, del cuello a la rodilla.
Extracto de La modestia cristiana de Publicaciones Aquila, usado con permiso.