El decálogo para la era digital (10)La verdad digital: ¿Quién eres?
Mark Kelderman & Maarten Kuivenhoven
Cuando contemplamos el mundo digital a la luz del noveno mandamiento, existen muchos ámbitos que se podrían tratar, pero en este artículo nos limitaremos a tres. El primero es la imagen que una persona intenta retratar de sí misma; el segundo, el tipo de palabras que usamos para comunicar mensajes; y el tercero, si hablamos de una forma positiva sobre los demás y si los edificamos.
Cuando piensas en Facebook o en otro medio social, ¿piensas alguna vez en cómo te mirarán los demás? ¿Cuelgas a veces cosas solo porque quieres que otros lo vean? ¿Lo que subes a tu muro es una representación precisa de quién eres? Cada una de estas preguntas llega al meollo de lo veraces que somos en cuanto a nosotros mismos. La verdadera cuestión que debemos considerar no es lo que otros piensen de nosotros, sino lo que Cristo piensa de nosotros. ¿Qué opina Él de la fotografía que has colgado o del comentario que has escrito en el blog de tu amigo? Si has confesado conocer a Cristo, tus contribuciones a las redes sociales deberían reflejarlo.
En última instancia, el noveno mandamiento tiene que ver con decir la verdad y con mentir. Es extremadamente perjudicial para el nombre y la causa de Cristo cuando las cosas que subimos a la red son contrarias a lo que somos en realidad. Algunos posts en las páginas de Facebook de cristianos traen vergüenza al nombre de Cristo; otras personas pueden presentar una imagen limpia en el mundo digital pero, en secreto, vivir una vida paralela. De una u otra forma, el llamado que tenemos a la luz del noveno mandamiento es vivir para Cristo en verdad.
El segundo ámbito que necesita examen son las palabras que usamos para comunicarnos con otras personas. Hoy, enviamos mensajes de texto, colgamos cosas en Internet, las comentamos y twuiteamos palabras todo el día. Puede parecer más fácil “acribillar” a alguien subiendo un mensaje a su página de Facebook o quejarse de ellos online que hablar de verdad con la persona, cara a cara. Pero Dios no solo ve las palabras que escribimos; una vez subidas las palabras a la vista pública, están danto testimonio. A veces nos sentimos tentados a escondernos tras la ilusión de que no somos responsables por la forma en que se interpretan las palabras, pero esto muestra poco interés y amor por nuestro prójimo.
Resulta sumamente humillante hablarle a alguien sobre sus defectos; por lo general destaca los nuestros. Garantiza que nosotros debemos ser humildes. Hace que corramos a Cristo en oración para poder acercarnos a los demás de la manera adecuada, para que las palabras sean recibidas y que el resultado sirva a la gloria de Dios. Sin embargo, cuando nos limitamos a sentarnos delante de la computadora y a escribir una carta o colgar comentarios, provocamos un corto circuito en todas esas vías de santificación. Si necesitas confrontar a alguien, no te conectes a Facebook para atacarlo con palabras. Empieza orando y busca una oportunidad para hablarles. Si crees de verdad que escribirles sigue siendo el mejor método, hazlo con oración, lee varias veces lo que has escrito y espera tal vez hasta el día siguiente antes de enviarlo. Quizá puedas pedirle a un amigo de confianza que lo lea para ver si tu tono se asemeja al de Cristo.
En tercer lugar, a la luz del noveno mandamiento, nuestro llamado en este mandato es claro. Las Escrituras nos exigen que seamos abiertos los unos con los otros, que defendamos y que fomentemos tanto como podamos el buen carácter de nuestro prójimo. Al parecer, este aspecto positivo del noveno mandamiento se suele pasar por alto cuando podemos colgar rápidamente un comentario aparentemente sin efecto alguno. Existen palabras ilimitadas y alentadoras que pueden y deben pronunciarse. Usar la comunicación digital para hacerlo es, probablemente, un ámbito en el que todos podemos mejorar. Usemos todos los medios a nuestro alcance para promocionar el buen nombre de nuestros hermanos y hermanas, y procurar preservar también su carácter.
Mark Keldermann es Decano de Estudiantes y de Formación Espiritual en el Seminario Teológico Puritano Reformado. Marten Kuivenhoven es pastor de la Heritage Netherlands Reformed Congregation de Grand Rapids, Michigan, y estudiante doctoral en el Seminario Teológico Calvino, Grand Rapids, Michigan.
Este artículo es publicado en Reflexiones con permiso de Banner of Sovereign Grace Truth. Traducción de IBRNJ, todos los derechos reservados © 2014.