Cualquiera que quisiese caminar con Dios debe ser un buen observador de la Palabra y la Providencia de Dios porque por estas, de una manera especial, Él se revela a sí mismo a su pueblo. En una vemos lo que Él dice, y en la otra lo que Él hace. Estos son los dos libros en que cada estudiante de la santidad debe estar versado. Ambos han sido escritos por una misma mano y ambos deben ser leídos por aquellos que no solo quieren llevar el nombre de cristiano sino también su esencia. Ambos deben ser estudiados juntos si nos queremos beneficiar de ellos, porque, al tomarlos en conjunto, cada uno ilumina al otro; y es nuestro deber leer la Palabra, al igual que es nuestro deber prestar atención a las obras de Dios.
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