Cuando viene la soberbia
George Lawson
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra;
pero con los humildes está la sabiduría (Proverbios 11:2).
El contraste entre las dos partes de este versículo nos revela su significado: la soberbia va unida a la insensatez y tiene por fin la deshonra. El humilde es sabio, y será exaltado y gozará de honra.
La soberbia consiste en un amor propio exagerado, y sitúa su felicidad en el aprecio y el honor que otros puedan darle. Ningún pecado es más necio que este; nace de no conocer ni a Dios, ni a uno mismo, ni a los demás hombres, y a través de los mismos medios que utiliza para alcanzar sus fines se asegura el fracaso.
Al buscar gloria, encuentra la deshonra. La soberbia convirtió a Nabucodonosor en una bestia. Destruyó a Herodes, que murió comido de gusanos (cf. Hch. 12:23). Transformó a Lucifer en Belcebú. Con otros pecados el hombre se rebela contra Dios; con la soberbia usurpa su corona y su dignidad. Entonces, no es de extrañar que Dios mire a todos los soberbios y los humille. “Pero con los humildes está la sabiduría”.
Los humildes piensan de sí mismos como es debido. Desean que Dios sea honrado, aun a expensas de su propia honra; pero Él los exaltará hasta la gloria más excelsa (cf. Mt. 5:5). Cristo “se humilló a sí mismo, […] por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo” (Fil. 2:8-9) y lo convirtió en el ejemplo más diáfano de lo que con frecuencia Él mismo declaró: “El que se humille será ensalzado” (Lc. 14:11).