No seas sabio
George Lawson
No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal (Proverbios 3:7).
El hombre vano se juzga sabio, aunque cuando nace es tan ignorante como un “pollino de asno montés” (cf. Job 11:12). El mundo está lleno de hombres sabios, o que dicen serlo; pero no podemos ser verdaderamente sabios a menos que nos hagamos necios, renunciando completamente a depender de nuestra propia inteligencia y confiando con humildad en el Señor para que nos proporcione la sabiduría que necesitamos para iluminar nuestras mentes y dirigir nuestros caminos. Cuando fingimos pedir consejo a Dios pero seguimos manteniendo una secreta dependencia de nosotros mismos y ocultamos en nuestro interior el propósito de no hacer caso de su Palabra ni de su providencia siempre que nos lleve la contraria, entonces jugamos a ser hipócritas con Dios y a cubrirnos con esa confianza en nosotros mismos que Él aborrece, con falsas profesiones de fe y de resignación a su voluntad. Johanán y sus orgullosos compañeros recibieron la terrible advertencia del profeta Jeremías por caer en esta misma simulación (cf. Jer. 42:19-22).
Tener muy buena opinión de la sabiduría humana es tan peligroso que Isaías lo condena rotundamente. Claro está que no debemos cerrar los ojos a la realidad, ni renunciar a nuestro propio entendimiento, ni creer contradicciones; pero ciertamente deberíamos mantener nuestro raciocinio en sujeción a la Palabra de Dios, ser conscientes de nuestra fuerte tendencia a errar y de la absoluta necesidad que tenemos de la dirección divina, especialmente en los asuntos relacionados con la religión (cf. Jer. 10:23; 1 Co. 2:14, 15).
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.