La meditación y los puritanos
Este artículo trata de la meditación en el pensamiento puritano.
1. La palabra “meditación ha hallado su uso en el verdadero cristianismo, en el catolicismo romano y en muchas formas orientales de espiritualidad. Por el camino, se ha utilizado para describir muchas prácticas distintas. ¿Qué querían decir los puritanos por “meditación”?
En religiones como el budismo y el hinduismo, la meditación involucra técnicas de respiración, posturas y la entonación de ciertos sonidos repetitivos (mantra) para vaciar la mente y lograr una sensación de tranquilidad y conectividad con un ser divino impersonal. El catolicismo romano ha fomentado la meditación, en especial al imaginar los sufrimientos físicos de Cristo, de un modo que provoca emociones empáticas, o repitiendo un conjunto de oraciones a María y a los santos. La práctica puritana de la meditación es bastante diferente de todo esto.
La meditación puritana involucra la mente con la verdad revelada de Dios para inflamar el corazón de afectos hacia Él y transformar la vida en obediencia. Thomas Hooker lo definió como sigue: “La meditación es una seria intención de la mente por la cual llegamos a escudriñar la verdad y a establecerla con eficacia en el corazón”. La orientación de nuestra mente revela el amor más verdadero de nuestro corazón y, por tanto, Hooker afirmaba que aquel que ama la Palabra de Dios, medita en ella con regularidad (Sal. 119:97).1 La meditación puritana no es, pues, la repetición de un sonido, vaciar la mente ni imaginar imágenes físicas y sensaciones, sino un ejercicio de pensamiento concentrado y fe en la Palabra de Dios.
2. ¿Qué grado de deliberación había en los puritanos en lo tocante a la meditación? ¿Se aseguraban de hacer sitio en sus programas para la meditación voluntaria o consideraban que esta consistía en lo que sucedía durante el transcurso de la vida cotidiana?
Los puritanos sí procuraban meditar durante toda la vida, como complemento a la oración incesante. Hooker dijo que la meditación es “el oficio más importante que un hombre piadoso puede realizar, su ocupación más extraordinaria de día y de noche (Sal. 1:2).2 Joseph Hall afirmó: “Señor… el hombre cuyo entendimiento se ilumina con las compresiones correctas sobre ti y las cosas celestiales; aquel cuya voluntad y afectos están correctamente dispuestos hacia ti, de manera que su corazón está completamente ocupado por ti y sus conversaciones son en el Cielo; el que piensa que el tiempo durante el cual no disfruta de ti, de una dulce y santa comunión contigo, es tiempo perdido; el que camina perpetuamente contigo y trabaja en todas las cosas para ser aprobado por ti, ese hombre es verdaderamente santo”.3 Hall alentaba, pues, a las personas a considerar que todo el mundo que las rodea es un “escenario” para ver la sabiduría y la gloria de Dios, así como Salomón aprendió de la hormiga (Pr. 6:6-8) y nuestro Señor enseñó usando a los lirios del campo (Mt 6:28-30). “No hay criatura, acontecimiento, acción, discurso que no nos proporcione un nuevo tema de meditación”.4 Denominan este tipo de breve meditación que tiene lugar en la bulla y el frenesí de la vida cotidiana meditación ocasional. Varios puritanos escribieron libros enteros de ejemplos de meditación ocasional para enseñar a los miembros de sus iglesias cómo se hacía esto.
Sin embargo, los puritanos también llamaban a las personas a determinar un tiempo para lo que ellos llamaban la meditación deliberada, en especial por la mañana y por la tarde (Sal. 4:4; 16:7; 63:6; 119:147), y en el día de reposo. Enseñaban que si dos veces al día resultaba ser demasiado algunas veces, la meditación deliberada debía practicarse al menos una vez al día. Hoy hemos perdido en gran medida ese “arte de la meditación” que tenían los puritanos. Es necesario que nos disciplinemos para involucrarnos en una meditación cotidiana deliberada. Nuestra vida está llena, nuestra mente no consigue apartar un tiempo para centrarse en pensar y beneficiarse realmente de la Biblia. William Bates dice que si miramos de pasada el cielo nocturno solo veremos unas cuantas estrellas, pero si tomamos tiempo para observar fijamente los cielos, veremos “todo el cielo cuajado de estrellas por todas partes”. Nos recuerda que pretendemos “encender un fuego con leña húmeda” y, por tanto, debemos perseverar en ello hasta que experimentemos “algún beneficio razonable”, es decir, “una llama de santo afecto que ascienda hacia Dios”.5
3. Si los puritanos pudieran pasar un día con nosotros, ¿qué crees que identificarían como estorbos a la meditación en nuestra vida?
Los puritanos mencionarían una hueste de obstáculos como nuestra historia de amor con los medios de entretenimiento y nuestro mundo orientado a lo físico, nuestra adoración a las estrellas de Hollywood y los héroes del deporte, nuestro orgullo mundano y nuestra falta de amor por la verdad doctrinal y el día de reposo. Pero, sobre todo, creo que les preocuparía nuestro ángulo muerto masivo hacia el Cielo. Pensamos poco en ello. Estamos preocupados con este mundo; nos rodeamos de diversiones y de negocios terrenales. Hasta los ministros tienden a centrarse en programas y resultados medibles y no en la eternidad. Sin embargo, Cristo, nuestra vida, está en el cielo. Todas nuestras esperanzas sólidas están allí, también, y Dios nos ordena que pongamos nuestra mente en ello (Col 3:1-4).
Los puritanos hicieron del cielo el enfoque especial de su meditación. En el prefacio del libro de Christopher Love Heaven’s Glory, Hell’s Terrors, varios puritanos escribieron: “Nada tiene mayor influencia en una práctica cristiana aquí en este mundo que la seria consideración de nuestro estado eterno en el mundo venidero; la gloria y la felicidad preparadas para los elegidos y los tormentos eternos reservados para los hacedores de iniquidad […]. La mayor necedad del mundo para los hombres […] es estar ocupados en muchas cosas que no les afecta y, mientras tanto, descuidar la única necesaria”.6
4. ¿Cómo nos ofrecería uno de los puritanos una instrucción básica en la meditación? ¿Cuáles son las cosas más importantes que hay que tener en mente?
Aquí tenemos un método para la meditación basado en los escritos puritanos. En primer lugar, ora pidiendo el poder de centrar tu mente en la Palabra, con fe. En segundo lugar, lee la Biblia y escoge uno o dos versículos. En tercer lugar, repite para ti esos versículos con el fin de memorizarlos. En cuarto lugar, piensa en lo que dicen e implican esos versículos, averiguando el libro de las Escrituras (otros versículos sobre el mismo tema), el libro de la conciencia (cómo has creído o no creído, obedecido o desobedecido), y el libro de la naturaleza (cómo aparece esta verdad en la experiencia y en el mundo). En quinto lugar, despierta tus afectos y conviértelos en amor, deseo, dolor, esperanza, celo y gozo según sea adecuado. En sexto lugar, estimula tu alma al deber específico que el texto requiere, tomando santas resoluciones para la gloria de Dios. En séptimo lugar, concluye con oraciones pidiendo la ayuda divina, agradeciendo las gracias recibidas y cantando salmos de alabanza a Dios.
En medio de tus esfuerzos para meditar, recuerda que no ejercemos disciplinas espirituales con el fin de merecer la gracia de Dios, sino que hacemos estas cosas por y bajo la gracia de Dios. Fracasaremos con frecuencia en la meditación, por tanto meditemos a menudo en la sangre de Cristo que limpia a los creyentes de todo pecado (1 Jn. 1:9).
Notas:
1. Thomas Hooker, Application of Redemption… The Ninth and Tenth Books (London: Peter Cole, 1657), 210.
2. Hooker, Application of redemption… The Ninth and Tenth Books, 211.
3. Joseph Hall, Devotions, Sacred Aphorisms, and Religious Table Talk, Selected from the Writings of the Eminently Pious and Learned Bishop Hall, ed. J. W. Morris (London: William Tegg, 1867), 183.
4. Joseph Hall, The Art of Divine Meditation, en The Works of Joseph Hall (Oxford: D. A. Talboys, 1837), 6:49-50.
5. William Bates, On Divine Meditation, en The Whole Works of William Bates, ed. W. Farmer (repr., Harrisonburg, Va.: Sprinkle, 1990), 3:125.
6. Edmund Calamy, Simeon Ashe, Jeremiah Whitaker, William Taylor, y Allen Geare, “To the Christian Reader”, en Christopher Love, Heavens Glory, Hells Terrors (London: John Rothwell, 1653), A3r, A4r.
El Dr. Joel R. Beeke es presidente y catedrático de Teología Sistemática y Homilética en el Seminario Teológico Puritano Reformado, y pastor de la Heritage Netherlands Reformed Congregation de Grand Rapids, Michigan. Gracias al Rvdo. Paul Smalley por su ayuda en la investigación para este artículo.
Publicado en Reflexiones con permiso de Banner of Sovereign Grace Truth. Traducción de IBRNJ. Todos los derechos reservados. © 2014 IBRNJ.