Honra al SEÑOR con tus bienes
George Lawson
Honra al SEÑOR con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; entonces tus graneros se llenarán con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto (Proverbios 3:9-10).
Los bienes terrenales son necesarios para nuestro cuerpo, pero somos llamados a hacer de ellos un uso más noble que el mero servicio para el hombre exterior. Debemos honrar al Señor con nuestros bienes, no utilizándolos hasta que hayamos apartado una proporción razonable para el servicio a Dios.
Dios no necesita nada de nuestras manos; pero, para nuestro propio beneficio, quiere que le devolvamos parte de lo que Él nos da, a fin de sufragar decentemente todo lo necesario para el culto de adoración que le ofrecemos y para sustentar a los pobres. ¿Tanto cuesta dar una parte a Aquel de quien lo hemos recibido todo?
También de esta forma honramos al Señor. Él es el Creador y el Redentor de nuestras almas y de nuestros cuerpos y, por tanto, debemos glorificarle con nuestro cuerpo y con nuestro espíritu, los cuales son de Dios (cf. 1 Co. 6:20). Nuestros bienes son suyos también, y hemos de honrarle con ellos por medio de la liberalidad en su servicio, conforme a la medida de su generosidad.
Mediante el cumplimiento de este deber mostramos nuestra fe en su providencia y en sus promesas, nuestro amor hacia Dios y nuestra gratitud por su bondad, y declaramos que preferimos servirle a Él en lugar de servir a las riquezas (cf. Mt. 6:24). De esta manera justificamos nuestra profesión del Evangelio de Cristo y hacemos que otros glorifiquen a Dios, mientras disfrutan de los beneficios de nuestra ministración para este propósito (cf. 2 Co. 9:12-14).
Si descuidamos este deber, somos culpables de haber robado a Dios mismo de la renta que requiere de nosotros como arrendatarios suyos. Le deshonramos mostrando que amamos más al mundo que su servicio y que confiamos más en nuestras riquezas, o en nuestros lazos con nuestros semejantes, que en sus promesas; ¿acaso no nos ha asegurado que vamos a salir beneficiados en vez de perjudicados por lo que le ofrezcamos?
La liberalidad hacia Dios trae la bendición de la Providencia hasta tal punto que nuestros graneros se llenarán, y necesitaremos ampliar nuestros lagares. Dios tiene al Sol, a los vientos, a
la lluvia y a las criaturas de todas las especies en su mano; y todo lo controla de tal manera que nadie pierda si cuenta con Él y nadie gane si se aparta de Él. La maldición visita a quienes
roban a Dios y corrompe sus bienes como la polilla o los destruye como el fuego (cf. Hag. 1:6; 2:16). La liberalidad abre las ventanas de los cielos, destruye a la langosta que devora y
transforma el campo estéril en tierra de delicias (cf. Mal. 3:10-12).
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.