El decálogo para la era digital (4): ¿Es Dios celoso de su nombre?
Mark Kelderman & Maarten Kuivenhoven
De Facebook a Twitter, de los boletines electrónicos de noticias a los blogs, ¿cómo protegemos el santo nombre de Dios? ¿Cómo podemos representar al Señor de una forma adecuada en un mundo que blasfema Su nombre? Al internarnos en el mundo de la tecnología y de la comunicación digital existen importantes preguntas que formular. Cuando profesamos ser cristianos, se nos llama a representar a Dios ante un mundo moribundo y caído. Al hacerlo, es necesario que mantengamos en mente el tercer mandamiento que declara: “No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano: porque el Señor no tendrá por inocente a aquel que tome su nombre en vano”. (Éx. 20:7). ¿Cómo podemos hacerlo?
Ten Su nombre en estima. Dios ha revelado Su nombre en cada página de Su Palabra. Piense en Moisés ante la zarza ardiente (Éx. 3): «YO SOY». Este nombre revela el ser eterno y la santidad de Dios. Él está más allá del tiempo y de nuestra débil imaginación. Es el Ser eterno e inmutable por cuya palabra fue hecho el mundo: «Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch. 17:28). Solo esto nos hace responsables de la manera en que usamos Su nombre en un mundo digital y online. Él no solo se revela a Sí mismo como el Ser supremo eterno e inmutable y el Creador, sino también como el Redentor de las personas pecaminosas. En los versículos de apertura de los Diez Mandamientos, declara: «YO SOY el SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto». Él es Yahvéh que salva a Su pueblo. Ese nombre vuelve a aparecer en el nacimiento de Jesucristo, en Mateo 1:18: «Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Cuando profesamos creer, tenemos que hacer el máximo esfuerzo por estimar este nombre. Al hacerlo, tiene que ser con una estimación adecuada de nosotros mismos. Somos finitos, necios y variables. Pero el Señor es eterno, está lleno de sabiduría y es inmutable. Esto debería darnos una pausa mientras navegamos por el mundo digital, un mundo que, con frecuencia, nos entumece a las realidades de Su gran nombre. Pensamos tan a menudo que podemos navegar por este mundo de forma anónima, pero el mundo virtual también está bajo Su control y delante de su ojo que todo lo ve; exige una navegación cuidadosa para que no erremos tomando el nombre de Dios en vano.
Piensa antes de publicar. Una correcta estimación de este santo nombre de Dios hará que tengamos especial cuidado cuando publicamos algo, porque reconoceremos nuestra responsabilidad delante de Él por cada palabra que pronunciamos, incluido lo que publicamos.
Hazte esta pregunta: «¿Glorifica el santo nombre de Dios esto que voy a publicar?». Cuando estás implicado en un debate online sobre una cuestión política, social o religiosa, ¿tienes cuidado de guardar el nombre de Dios, no solo en lo que escribes, sino también en tu actitud? Cuando publicas en un blog, ¿honra el contenido del mismo el santo nombre de Dios? Él es celoso de su nombre, incluso en el mundo online. Cuando publicas algo sobre actividades aleatorias, ¿refleja tu lenguaje el nombre de Dios?
La tentación consiste en atraer a gente de tu edad, pero recuerda que Dios es celoso de su nombre. ¡Él ve lo que tú publicas! ¿Tal vez guardas silencio cuando ves que otros toman el nombre de Dios en vano? El Catecismo de Heidelberg (R. 99) equipara este silencio a pecar contra el nombre de Dios y nos aconseja que no participemos en estos horribles pecados de los demás «por medio del silencio o de la connivencia» Esto nos abre todo un ámbito de responsabilidad online por tus amigos. Como poco, deberían enviarles un mensaje privado lleno de gracia, o advertirles, o mejor aún hablar con ellos cara a cara y señalarles la grave naturaleza de este pecado, pero también indicándoles el remedio en el nombre de Jesús.
Corre al nombre. ¿Qué ocurre si hemos transgredido este mandamiento? ¿Y si hemos publicado algo en nuestro blog o en Facebook que ha profanado el nombre de Dios? Se queda ahí, grabado en el mundo digital, compartido con amigos que lo han compartido a su vez con otros. Tu nombre está para siempre vinculado a un mal uso de Su nombre. ¿Es una situación sin esperanza? No; recuerda que Él es el Dios que sacó al pecaminoso Israel de Egipto. Trae a tu mente la sangre que roció los dinteles de las puertas mientras Israel huía de Egipto aquella oscura noche de hace tanto tiempo, que apuntaba al nombre de Jesús que salvó a Su pueblo de sus pecados. Vuelve a acudir a ese nombre en busca de purificación. Aunque tus pecados puedan estar grabados en el mundo digital, pueden ser limpiados a los ojos de Dios por medio de la sangre de Jesús, cuyo nombre significa «¡El SEÑOR salva!». Toma esa descripción incorrecta del nombre de Dios que has hecho y halla purificación y sanidad en Él (Hch. 3.6, 16).
Mark Keldermann es Decano de Estudiantes y de Formación Espiritual en el Seminario Teológico Puritano Reformado. Marten Kuivenhoven es pastor de la Heritage Netherlands Reformed Congregation de Grand Rapids, Michigan, y estudiante doctoral en el Seminario Teológico Calvino, Grand Rapids, Michigan.
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El decálogo para la era digital IV
El decálogo en la era digital V: Descanso digital
Este artículo se publica en Reflexiones con permiso de Banner of Sovereign Grace Truth. Traducción de IBRNJ, todos los derechos reservados © 2014.