¿Cómo podemos hacer frente a la aflicción?
Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo libra el SEÑOR.
—SALMO 34:19
Dios no distingue a Su pueblo de los incrédulos eximiéndolos de la aflicción. Los distingue causando cualquier cosa —hasta la aflicción— para obrar por el bien espiritual y la liberación eterna. ¿Pero cómo deberíamos responder a las aflicciones para tener la completa seguridad de que nos estamos sometiendo a Él en tiempos de angustia? No piense solo en la persecución, sino también en el dolor, un accidente, la enfermedad física, la depresión, el desempleo, una relación familiar tensa, el maltrato, o cualquier otra dificultad. Cualquiera de estas cosas pueden afligir nuestra alma y podríamos preguntar: “¿Por qué?”.
Dios tiene Su propósito soberano para todo. Cualquier cosa que Él esté haciendo, lo mejor es que preguntemos con sumisión: “Señor, ¿qué debo hacer? ¿Cómo debería responder para que esto obre para mi bien y para tu honra?”.
La respuesta de la Biblia no es una extensa lista de instrucciones que toca el potencial interno del hombre, sino que solo dice: “Por fe”. La fe nos dirige a encomendarnos a Dios. La fe se ejerce en toda una variedad de formas, pero toda respuesta adecuada a la aflicción está arraigada en la fe.
Hebreos 11 nos lo ilustra mejor. Los cristianos hebreos se enfrentaban a toda clase de aflicciones en una cultura hostil. Para alentarlos a perseverar como cristianos, el apóstol señaló a los santos del Antiguo Testamento como modelos. Aquí encontramos un amplio espectro de aflicciones. Solo podemos enumerar unos pocos ejemplos:
• ¿Cómo pudo Enóc soportar vivir en una época de tanta maldad, justo antes del Diluvio (He. 11:5)? ¿Cómo puede usted sobrevivir espiritualmente en la perversa cultura de nuestra sociedad impía? De la misma manera que lo hizo Enoc. La fe en Dios debe ser una parte viva de su andar diario. Si Dios está con usted, ¿qué puede hacerle el hombre? (cf. Ro. 8:31).
• ¿Cómo pudo abandonar Abraham su tierra natal, sin saber adónde lo conducía el Señor (He. 11:8)? ¿Le está llevando Dios a usted por una senda que no le resulta familiar? ¿Cómo puede evitar la ansiedad? Como lo hizo Abraham: por la fe en el Señor que [lo] conduce por el camino en que [usted debe] andar” (Is. 48:17).
• ¿Cómo pudieron los padres de Moisés obedecer a Dios antes que el perverso mandato del Faraón (He. 11:23)? ¿Cómo podemos oponernos a las corrientes inmorales de nuestra cultura asesina de niños y obedecer a Dios antes que al hombre? Solo por fe en el Señor que es el Rey de reyes soberano.
• ¿Cómo pudo Moisés escoger “sufrir aflicción con el pueblo de Dios” y resistir a la tentación de los tesoros y los placeres de Egipto? (He. 1:25) Del mismo modo en que José huyó de una seductora. Por la fe en el Señor, cuyo nombre no olvidaron estando en Egipto (cf. Gn. 39:9). Por la fe valoraron el “reproche de Cristo” más que los tesoros y los placeres de Egipto y vieron “a aquel que es invisible” (He. 11.27).
Hebreos 11 también menciona a los creyentes que se enfrentaron a otros peligros (cf. He. 11:27-30). “Cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego…” (He. 11:33ss.). ¿Cómo? Estos creyentes no poseían superpoderes (Stg. 5:17). Fue simplemente por fe. No es que la fe en sí misma sea una “poción mágica” para la fuerza física o incluso psicológica. Aunque humanamente débiles, la fe conectó su alma a Cristo (2 Co. 12:10). Por amor a Su Hijo, Dios puso todas las cosas bajos los pies de este, para bien de ellos (Ef. 1:22). También renueva y santifica a los creyentes, preparándolos y preservándolos para gloria. La fe los une al victorioso (1 Jn. 5:4-5). Por tanto, ellos pueden soportar todas las cosas en Cristo (cf. Fil. 4:13).
Amigo, si se siente afligido y sigue siendo inconverso, se halla en gran peligro. Su aflicción temporal es un preludio de la eternidad. Sin fe en Jesús, se enfrentará al juicio final de Dios y, después, a una aflicción eterna. La peor forma de afrontar su aflicción es con un corazón de incredulidad. ¡No ignore el llamado! Su aflicción lo llama al arrepentimiento y a creer. ¡No rechace el ofrecimiento del Señor para liberarlo de toda aflicción por medio de la salvación en Cristo!
Para el creyente, la aflicción también es una llamada a perseverar en la fe. No tropiece en la incredulidad en su lucha. “¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración (Stg. 5:13). Clama al Señor en el día de tu angustia (Sal. 50:15). Creyente, recuerda que Cristo también fue “oprimido y afligido” (Isa. 53:7). Sigue con los ojos “puestos… en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz” (He. 12:2).
Mirándolo a él, entrará en el gozo del Señor. Él enjugará todas las lágrimas de sus ojos (cf. Ap. 21:4). Luego, con gozo, usted afirmará: “La aflicción ha sido para mi provecho” (Sal 119:71, cf. The Psalter 329:4). La mejor forma de hacer frente a la aflicción es por la fe en Cristo, que cambió Su cruz por una corona.
Pieter VanderMeyden es pastor emérito de las iglesias Independientes Reformadas.
Publicado en Reflexiones con permiso de Banner of Sovereign Grace Truth. Traducción de IBRNJ, todos los derechos reservados © 2013.