Nuestra esperanza final
Cuando la Biblia habla de la esperanza para los cristianos, no se refiere a un deseo ni a un fuerte anhelo. La esperanza bíblica es una expectativa confiada y un anhelo de recibir la bendición de la gracia redentora de Dios, ya comprada, y prometida, aunque no realizada aún. Y la Biblia deja muy claro que el enfoque principal de nuestra «esperanza» es la terminación suprema de nuestra salvación cuando recibamos nuestro cuerpo resucitado en la venida de nuestro Señor Jesucristo (ya lo tratamos brevemente en el capítulo 2).
A pesar de todas sus bendiciones prometidas para los hijos de Dios, el estado intermedio no se señala en ningún lugar como la «esperanza» del creyente. Esta esperanza consiste en la plena integración del cuerpo del creyente y su alma perfeccionada. Sabe que esto es lo que Dios le ha prometido y lo que Cristo ha comprado para él. Anhela y espera con segura expectación que su alma perfeccionada habite en su cuerpo inmortal. Pablo expresa esta enseñanza general de una forma sucinta en Romanos 8:23-25:
Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
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