¿Qué pensáis del Cristo?
C.H. Spurgeon
¿Qué pensáis del Cristo? (Mateo 22:42)
La gran prueba de la salud de tu alma está en esta pregunta: “¿Qué piensas del Cristo?”. ¿Es Él para ti “el más hermoso de los hijos de los hombres” (Sal. 45:2), “señalado entre diez mil” (Cnt. 5:10), “todo él codiciable” (Cnt. 5:16)? Donde así se estima a Cristo, todas las facultades del hombre espiritual se ejercitan con energía. Yo juzgaré tu piedad por este barómetro: ¿Qué lugar ocupa Cristo en tu pensamiento, alto o bajo? Si has pensado livianamente de Cristo; si te has sentido satisfecho con vivir sin su presencia; si su honor te ha importado poco; si has sido negligente son sus leyes, entonces ya sé que tu alma está enferma. ¡Dios quiera que no sea de muerte! Sin embargo, si el primer pensamiento de tu espíritu ha sido cómo honrar a Jesús, si el deseo cotidiano de tu alma ha hallado su expresión en las palabras de Job: “¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!” (Job 23:3), entonces te digo que, aunque tengas mil debilidades y apenas conozcas si eres realmente un hijo de Dios, estoy persuadido de que, a pesar de todo, te encuentras a salvo, pues tienes a Jesús en alta estima. A mí no me importan tus harapos; lo que me importa es aquello que piensas de su regio atavío. No me interesan tus heridas—aunque de ellas mane sangre a raudales—; lo que me interesa es qué piensas tú de sus heridas. ¿Son ellas en tu estima como brillantes rubíes? No te considero inferior porque residas, como Lázaro, en el estercolero y los perros te estén lamiendo las llagas. No te juzgo por tu pobreza, sino por lo que piensas del Rey en su hermosura. ¿Tiene Él en tu corazón un trono glorioso y elevado? ¿Lo colocarías más alto si pudieras? ¿Desearías morir si con ello lograras añadir solo un sonido de trompeta más a los acordes que proclaman sus alabanzas? ¡Ah, entonces vas bien! Cualquiera que sea el concepto que tengas de ti mismo, si Cristo es grande para ti, estarás con Él dentro de poco.
Aunque el mundo entero de mi elección se ría,
mi porción será Jesús.
Ningún otro como Él me satisface,
pues hermoso es Él entre los hermosos.
Extracto de “Lecturas vespertinas” por C.H. Spurgeon, Cortesía de Editorial Peregrino. Derechos Reservados.