La belleza espiritual de Ana
En los versículos de la Biblia que quiero mostrarles hoy, tenemos la breve aparición de una hermosa anciana llamada Ana. Su belleza se encontraba en su interior; eras una hermosura espiritual que demostraba que era una verdadera hija amada de Dios. Esto es todo lo que la Biblia dice específicamente sobre ella en tan solo tres versículos:
36Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada, y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio, 37y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones. 38Y llegando ella en ese preciso momento, daba gracias a Dios, y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén (Lc. 2:36-38).
El tiempo de Ana
En el plan de Dios, Ana vivió durante una época muy especial de la historia, el tiempo en que Jesús, el Cristo, acababa de nacer, hace unos dos mil años. Era ya anciana; tenía aproximadamente ochenta y cuatro años, mientras que Jesús era todavía un pequeño bebé. Su cabello era probablemente blanco, su piel arrugada, tendría pocos dientes y estaría encorvada. Sobrevivió lo suficiente para ver al Salvador venir al mundo desde el cielo, algo que Dios había prometido desde el principio mismo.
Ahora, aunque no existe un tiempo parecido a aquel, todos vivimos durante los días de la historia que Dios designa para nosotros. Y si Él nos bendice con una larga vida, es porque tiene planes especiales, para nosotros y para los que están a nuestro alrededor, que requerían que viviéramos más que otras personas. Algunas veces, las personas ancianas olvidan esto y piensan que ya no tienen utilidad alguna. Esto no es verdad. El hecho mismo de que Dios esté conservando nuestra vida muestra que está llevando a cabo grandes planes en el caso de ustedes, cualesquiera que estos proyectos puedan ser. Para Ana, los años de su tercera edad le permitieron ver al bebé Jesús, y que se le diera este tributo eterno al recoger este hecho de su vida en la Santa Palabra de Dios.
La devoción de Ana hacia Dios
Por la gracia de Dios, Ana era muy religiosa en el buen sentido. Era “profetiza”, lo que significa que se trataba de una persona que le hablaba a otros de parte de Dios. Algunas veces, el Señor habló con Ana mediante mensajes especiales y ella, como fiel sierva suya, los transmitía a otros. Es un privilegio sumamente exaltado el de hablar de parte de Dios, un favor que, por lo general, solo concede a personas a las que Él ama en gran manera.
Ahora, aunque no podemos esperar que Dios nos hable de la misma manera, él sigue comunicándose con nosotros a través de Su Palabra, la Santa Biblia. ¿Sabían ustedes que, aunque fue escrita por seres humanos, la Biblia sigue siendo en la misma medida las palabras de Dios, como si él las hubiera pronunciado de su propia boca? Las propias palabras de Dios en la Biblia nos pertenecen, y podemos ser “profetas”, con una “p” minúscula, aprendiendo lo que Él dice y pasando el mensaje a otros, tal como yo lo estoy haciendo hoy con ustedes. Esta es una de las razones por las cuales deberíamos estudiar la Biblia.
Ana no solo habló como profetiza al pueblo de Dios, sino que habló a Dios a favor del pueblo, como una santa mujer de oración. En este pequeño fragmento de la Biblia se dice sobre ella que “nunca se alejaba del templo”, aquel lugar especial de Jerusalén, y que servía “noche y día con ayunos y oraciones”. Había un montón de cosas que no podía hacer por Dios y por el pueblo. No podía ser sacerdote y ofrecer sacrificios sobre el altar, como podían hacer algunos hombres judíos. No podía tener hijos y educarlos para adorar al Dios verdadero, como podían hacer las mujeres más jóvenes y casadas. Pero podía entregarse por completo a la oración para que Dios salvara y bendijera a Su pueblo escogido, y es exactamente lo que hacía. Estaba tan dedicada a esto, y sentía tanta carga en su corazón, que algunas veces pasaba un tiempo considerable orando, sin detenerse tan siquiera para comer. De esto trata precisamente el ayuno religioso.
Algunas veces, las personas ancianas sienten que no son más que una carga, y que no hay nada que puedan hacer para ayudar a las personas. Mientras puedan ustedes orar, estarán cumpliendo un ministerio espiritual sumamente importante. Pocas personas se dan cuenta de cuántas cosas buenas ocurren en el mundo, porque alguna ancianita de pelo blanco, que ama a Dios y conoce Sus promesas en la Biblia, elevaba sus peticiones en oración en silencio y con insistencia, y Dios por fin respondió a sus plegarias. Esta es una forma en la que una persona mayor puede seguir siendo hermosa y útil.
La fe que Ana tenía en Cristo
Un día, mientras que Ana estaba orando en el templo de Jerusalén, José y María vinieron para el ritual judío de los cuarenta días después del nacimiento de Jesús. ¡Este resultó ser el día más especial de sus ochenta y cuatro años de vida terrenal! Había estado esperando para ver al Mesías que Dios había prometido en las Escrituras durante miles de años; ahora, durante el tiempo de su vida, ese Mesías-Salvador había venido al mundo, y era aquel bebé Jesús. Lo reconoció de inmediato, porque Dios le dio una capacidad sobrenatural para ello. Y, aunque transcurrirían treinta años más antes de que empezara a predicar el evangelio y a realizar milagros, hasta morir finalmente en la cruz por los pecadores y surgir de la tumba como el Salvador resucitado, ella estaba convencida de que Él era aquel que Dios Padre había enviado para salvar a Su pueblo escogido. Por consiguiente, hizo dos cosas. Empezó a dar gracias a Dios por Jesucristo, y comenzó a decirles a las demás personas que también estaban allí, orando, que por fin había llegado el Salvador.
Me pregunto si creen ustedes en Cristo como Ana. ¿Creen que Él es la única esperanza para la salvación de la humanidad, y también su única esperanza para ser aceptado por Dios y que todos sus pecados sean perdonados? Es posible que Dios los haya mantenido con vida todos estos años para que pudieran escuchar este preciso mensaje y respondan a él en fe. La Biblia promete: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. Una vez sean verdaderos creyentes y cristianos sinceros, estarán obligados a hacer dos cosas que deberán esforzarse por llevar a cabo más y más: dar gracias a Dios por Jesús, y hablarle a otras personas de Él.
No importa lo mayor que sean ustedes. Dios sigue teniendo planes para ustedes. Quiere que confíen en Su Hijo, que lo adoren, y que comuniquen a otros las buenas nuevas de Jesús. Pueden ser espiritualmente hermosos como Ana, si se dedican verdaderamente a Dios como ella hizo, si creen en Jesús como ella creyó, y si ayudan a otros siguiendo el gran ejemplo que ella dejó. Como amigo verdadero y fiel mensajero del Señor, les insto a que confíen hoy en Él. Amén.
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