Sobre cómo prevenir la apostasía
El Sr. Edwards era lo que muchos denominan un rígido calvinista. Aquellas doctrinas del calvinismo que tuvieron más objeciones y las que mayor ofensa recibieron, le parecían tan escriturales, razonables e importantes como cualquier otra. Pensaba que abandonarlas equivalía, en realidad, a renunciar a todas ellas. Por esta razón, consideraba que todos los que se autodenominaban calvinistas y estaban a favor de paliar [moderar y atenuar] el asunto mediante el recorte, por así decirlo, de los nudos del calvinismo con el fin de conformarlo más al gusto de los más dispuestos a oponerse a este, estaban, en realidad, claudicando y traicionando la causa que pretendían apoyar. Estarían allanando el camino no solo para el arminianismo, sino también para el deísmo. Y es que si se renunciaba a estas doctrinas en toda su amplitud y extensión, él no veía dónde podría pisar el hombre con confianza y seguridad, a falta del deísmo, del ateísmo en sí o del escepticismo bastante universal.
En su opinión, [era tan solo necesario] exponer de forma adecuada y defender juiciosamente y bien estas doctrinas, para que se vieran como las más agradables a la razón y el sentido común. Lo mismo pensaba con respecto a las doctrinas de la revelación, y estaba convencido de que era el único método eficaz para convencer, silenciar o avergonzar a los que se opusieran a esas.
-Samuel Hopkins, Life of Jonathan Edwards [La vida de Jonathan Edwards]