Jesús en vez de Barrabás
Supongo que todos ustedes conocen la verdadera historia de cómo fue crucificado Jesús, al menos los hechos básicos acerca de ese acontecimiento. ¿Pero recuerdan a otro hombre que se menciona en los Evangelios, y que también estuvo allí? Era el hombre que, supuestamente, debía ser crucificado por sus crímenes aquel mismo día, pero que fue salvado de la muerte en el último momento. Su nombre era Barrabás.
6 Ahora bien, en cada fiesta él acostumbraba soltarles un preso, el que ellos pidieran. 7 Y uno llamado Barrabás había sido encarcelado con los sediciosos que habían cometido homicidio en la insurrección. 8 Y subiendo la multitud, comenzó a pedirle que hiciera como siempre les había hecho. 9 Entonces Pilato les contestó, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? 10 Porque sabía que los principales sacerdotes le habían entregado por envidia. 11 Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que le pidiera que en vez de Jesús les soltara a Barrabás. 12 Y Pilato, tomando de nuevo la palabra, les decía: ¿Qué haré, entonces, con el que llamáis el Rey de los judíos? 13 Ellos le respondieron a gritos: ¡Crucifícale! 14 Y Pilato les decía: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Y ellos gritaban aún más: ¡Crucifícale! 15 Pilato, queriendo complacer a la multitud, les soltó a Barrabás; y después de hacer azotar a Jesús, le entregó para que fuera crucificado (Mr. 15:6).
Resulta que, el día que Jesús fue crucificado, era la costumbre anual de que el gobernador romano de Judea soltara a un prisionero judío como favor político a los judíos. Pilato había examinado legalmente a Jesús y había llegado a la conclusión de que no había culpa en Él. También sabía muy bien que los líderes religiosos judíos estaban celosos de todo la aclamación que Jesús estaba recibiendo por parte del pueblo. Por consiguiente, la conspiración para matarlo era injusta. Pilato quería soltar a Jesús siempre que este hecho no tuviera un precio político demasiado alto.
Lo que quiero que entiendan es que existía una presión política sobre Pilato para que crucificara a Jesús, como los principales sacerdotes querían. Podían ponerle las cosas muy difíciles al gobernador romano si se atrevía a no complacerlos. Y aquí es donde el líder romano vio una oportunidad. La multitud judía tenía una mejor opinión con respecto a Jesús que los altos dirigentes religiosos, y Pilato lo sabía. Podría hacer el llamamiento a la multitud y decirles que Jesús, su celebridad religiosa que había llegado a conocerse como «el Rey de los judíos» debía ser liberado. De este modo, podría echarle la culpa al pueblo de escoger que soltara a Jesús.
Había un prisionero de mala fama que se hallaba detenido y condenado a muerte. Su nombre era Barrabás, y nadie lo quería. Era un hombre violento, una amenaza pública y sumamente despreciable. Como los líderes judíos tenían toda su rabia concentrada en Jesús aquel día, no les importaba lo más mínimo a quien soltara en lugar de él. En este pasaje de la Biblia leemos que convencieron a la multitud para que pidieran clemencia para Barrabás y no para Jesús. Pilato sabía ciertamente que esto era una completa injusticia, de modo que protestó directamente delante de ellos. «¿Qué mal ha hecho?». Pero los enemigos de Jesús habían hostigado a la multitud hasta el frenesí, y lo único que salió de su boca a modo de respuesta fue: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Fiel al patrón decepcionante de la mayoría de los políticos, Pilato se rindió a la presión pública, en lugar de permanecer firme en sus principios y hacer lo correcto. Dejó ir a Barrabás y entregó a Jesús para que fuera crucificado.
Ahora bien, uno de estos dos hombres podía ser liberado; tenía que ser Jesús o Barrabás, pero no ambos. Jesús era el inocente y no merecía ser crucificado. Barrabás era el culpable y merecía la crucifixión por infinidad de motivos. Cuando Jesús murió en su lugar, significó que a él se le permitió vivir. En lo que respecta a Barrabás, la muerte de Jesús fue substitutoria: uno en lugar del otro.
Amigos, esta es una extraordinaria ilustración histórica de la relevancia espiritual de la muerte de Jesucristo por su pueblo. Cualquiera que sea perdonado de sus pecados, en la época que sea, y vaya al Cielo, habrá sido escogido por Dios desde la eternidad pasada. Él siempre supo a quién salvaría y a quién dejaría ir a la perdición en el infierno. Para los elegidos, Dios envió a Jesús, su Hijo unigénito, a morir en su lugar, aunque ellos merecieran morir como cualquiera de los demás pecadores. Al morir en lugar de ellos, Jesús liberó para siempre a su pueblo escogido del castigo por sus pecados. Dado que Jesús murió para salvarlos, también les concede el don de la fe salvífica para creer en Él por la gracia de Dios.
No espero que crean esto solo, porque yo lo digo. La Santa Palabra de Dios lo enseña. Afirma, por ejemplo: «Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu» (1 P. 3:18). «El justo por los injustos» significa el Justo, Jesús, en el lugar de los injustos, es decir, de todos los pecadores que se convirtieran, en cualquier tiempo, en verdaderos cristianos por fe en Cristo.
Es probable que algunos de ustedes no sean cristianos. Puede ser que no sientan culpa por sus pecados ni preocupación por la vida después de la muerte, pero créanme que deberían. Algunos de ustedes se sentirán, quizá, muy culpables e inquietos. Bien, tengo buenas noticias para ustedes. Jesucristo murió en la cruz hace dos mil años, en un monte justo a las afueras de Jerusalén. Este es el acontecimiento más significativo que haya ocurrido jamás en la historia humana, porque supuso el cumplimiento del plan de Dios para salvar a su pueblo escogido de la ruina eterna. La muerte de Cristo, aquel día, liberó en efecto a millones y millones de pecadores, gente de moral parecida a Barrabás, rebelde, culpable y detestable a los ojos de Dios. Pero Él los amó tanto que entregó a su Hijo unigénito a la cruz con todo su dolor, su sufrimiento, sus horrores y la muerte para que todo aquel que crea en Cristo no se pierda, mas tenga vida eterna.
Sé que habrán oído durante toda su vida que Jesús murió por todo el mundo, sin excepción. Bueno, pues debo decir que esto no es exactamente verdad. Murió como sacrificio sustitutorio para pagar por los pecados de ciertas personas escogidas por Dios, para que estos fueran final y definitivamente salvos. ¿Cómo puede usted saber si es uno de ellos? Si cree en Cristo, confiando solo en Él para ser salvo, entonces podrá saberlo. Si toma conciencia de que es usted un horrible pecador como Barrabás, y quiere confiar en Cristo para que sea su Salvador, Aquel que murió en su lugar para darle la salvación, entonces podrá alegrase con todos los demás cristianos, porque Dios lo ama y lo llevará un día al Cielo. Le insto a creer en Jesús hoy mismo, mientras tenga la oportunidad. Este Barrabás ya lo ha hecho, me gustaría ver a muchos más rescatados de la destrucción por mi Salvador Jesús. Amén.