William Bridge
William Bridge nació en el año 1600, durante el reinado de la Reina Isabel y murió en 1671, durante el reinado de Carlos II. Estudió en el Emmanuel College de Cambridge donde consiguió una licenciatura y luego un Master. Fue uno de los grandes eruditos puritanos que produjo el siglo diecisiete en Inglaterra, un inconformista que desafió las fuertes persecuciones bajo Carlos I, disfrutó de libertad religiosa bajo Oliver Cromwell y, finalmente, junto con muchos otros grandes hombres como John Bunyan, volvió a sufrir persecuciones tras la restauración de la monarquía en 1660 y el Acta de Uniformidad de 1662. Como otros hombres extraordinarios de Dios que vivieron durante aquellos tiempos de entusiasmo y decepción no dejó de predicar y enseñar incluso después de haber sido expulsado del púlpito. La primera vez que fue censurado y se le prohibió predicar en su parroquia fue en 1636. Tras su excomunión se marchó a Holanda donde finalmente sirvió como pastor de una iglesia, junto con Jeremiah Burroughs, otro famoso puritano.
En 1641, cuando se dio un clima más propicio a los puritanos y los inconformistas, volvió. A su regreso, en 1642, se le pidió que se hiciese miembro de la Asamblea de Westminster. En el seno de esa asamblea formó parte de una pequeña facción que estaba en desacuerdo con la mayoría en lo referente a la cuestión del gobierno de la iglesia. Oponiéndose a los presbiterianos, que creían que se podía organizar un cierto número de iglesias bajo el gobierno de una única iglesia, Bridges defendió el autogobierno de la iglesia local, proclamando que la única cabeza de cada una de ellas es Cristo. En 1643, se convirtió oficialmente en pastor de una iglesia independiente en Yarmouth hasta que, de nuevo, se vio forzado a dejar el púlpito el 24 de agosto de 1662. Murió en 1671, antes del Acta de tolerancia bajo el reinado de William III y la reina María II. En el libro “Meet the Puritans” (Encuentro con los puritanos) de Joel Beeke y Randall J. Pederson dice esto en su honor: “excelente predicador, erudito muy capacitado y prolífico escritor con una biblioteca bien surtida […] A menudo pasaba diecisiete horas al día estudiando, pero aún así no se convirtió en el típico teólogo que se aísla intelectualmente de la realidad. Sus parroquianos le veían como un pastor caritativo y sincero cuyo ministerio ayudó a muchas personas”. También hacen hincapié en su costumbre de levantarse todos los días a las cuatro de la mañana, tanto en invierno como en verano, para pasar tiempo con Dios.