J.C. Ryle
J.C. Ryle nació en Inglaterra en el año 1816. Sus padres fueron John y Susana Ryle. Terminó sus estudios en las Universidades de Eton y Oxford donde, además de adquirir una buena educación, fue conocido por su habilidad como jugador de cricket. Su conversión tuvo lugar en el año 1837 después de haber quedado fascinado por una lectura en público del capítulo dos de Efesios. El lector, cuyo nombre Ryle nunca conoció, hizo un gran hincapié en el versículo ocho, haciendo una breve pausa después de cada oración. Esto es lo que Ryle oyó: “Porque por gracia habéis sido salvados — por medio de la fe — y esto no de vosotros — sino que es don de Dios”. La justificación por la fe, la verdad que transformó a Lutero tuvo el mismo efecto sobre Ryle.
Cuando Ryle se graduó con honores en 1838, consideró que su futuro estaba en el Parlamento, pero el Señor, su Creador y Salvador, tenía otros planes. Como hijo mayor de un rico banquero, Ryle debía heredar un gran patrimonio y una inmensa fortuna. Sin embargo, como escribe el propio Ryle, le agradó a Dios cambiar el curso de su vida por medio de la “ruina total” del patrimonio de su familia. En vez de vivir una vida envuelta en la política, el rumbo que tomó la vida de Ryle fue otro. Fue dirigido a una vida de servicio fiel en la Iglesia Anglicana.
En el año 1880, después de cuarenta años en el ministerio, cuando ya tenía sesenta y cuatro años, fue nombrado primer obispo de la populosa ciudad de Liverpool. Allí, Ryle trabajó arduamente e hizo mucho bien hasta que no pudo más y renunció a la edad de ochenta y tres años, unos cuantos meses antes de su muerte, el diez de junio del año 1900.
Ryle es conocido por la naturaleza simple y directa de sus escritos y por su ejemplo evangélico sin fluctuaciones en un tiempo en el que se cuestionaba la veracidad y la fiabilidad de las Escrituras. Naturalmente, debemos advertir a los lectores contra el apoyo que él le dio al bautismo infantil y sus ideas sobre el gobierno de la iglesia, así como su relación con el estado. Sin embargo, aunque estas cosas salen a la superficie, no reciben una atención desmesurada. Por esa razón Ryle fue y es un personaje querido y aceptado por aquellos que aman la fe reformada y evangélica como la predicó Whitefield.