Si Dios es omnipotente, ¿por qué permite el sufrimiento?
Un controvertido libro publicado recientemente sobre este tema llevaba por título: When Bad Things Happen to Good People [Cuando a la gente buena le suceden cosas malas]. Una objeción común a la religión es: ¿Cómo se puede creer en Dios a la luz de todo el sufrimiento que vemos y experimentamos en este mundo?
John Stuart Mill elevó esta clásica objeción en contra de la fe cristiana: “Si Dios es omnipotente y permite todo este sufrimiento, entonces no es benevolente, no es bondadoso, no es amoroso. Y si es amoroso para con todo el mundo y permite todo este sufrimiento, desde luego no es omnipotente. Dado que existe el mal y también el sufrimiento, no podremos llegar jamás a la conclusión de que Dios sea omnipotente y, a la vez, benevolente”. Con todo lo brillante que pueda ser John Stuart Mill, no tengo más remedio que poner objeciones a este punto y comprobar qué es lo que dicen las Escrituras acerca de estas cosas.
Tenga en cuenta que, desde una perspectiva bíblica, el sufrimiento está intrínsecamente relacionado con el estado caído de este mundo. Antes del pecado no había sufrimiento. Interpreto que las Escrituras dicen que el sufrimiento en este mundo es parte del complejo del juicio de Dios sobre éste. Lo que usted está preguntando es: ¿Cómo puede un juez justo permitir que un criminal sufra? ¿Cómo puede un juez justo permitir que un violento ofensor sea castigado? La pregunta que deberíamos hacer es: ¿Cómo podría un juez justo no permitir el castigo para aquellos que han cometido actos de violencia y crímenes de todo tipo? Detrás de esta pregunta siempre está la santidad de Dios y su perfecta justicia. Nuestra comprensión de Dios está arraigada y basada en la enseñanza de las Escrituras de que Él es el Juez justo. El Juez de toda la tierra siempre hace lo correcto.
En el capítulo nueve de Juan, los fariseos dijeron a Jesús: ¿Por qué nació ciego este hombre? ¿Fue a causa de su propio pecado o del de sus padres? Jesús respondió: “Ninguna de las dos cosas”. No podemos llegar a la conclusión de que el sufrimiento de un individuo en este mundo sea directamente proporcional a su pecado. Esto es lo que hicieron los amigos de Job cuando vinieron adonde él estaba y le atormentaron diciendo: “¡Vaya, Job! Realmente estás sufriendo mucho. Esto tiene que ser una señal de que eres el pecador más miserable de todos”. Pero la Biblia dice que no podemos utilizar esta fórmula. El hecho es que, si no
hubiera pecado en el mundo tampoco habría sufrimiento. Dios permite el sufrimiento como parte de su juicio, pero también lo utiliza para nuestra redención, para moldear nuestro carácter y edificar nuestra fe.
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