¿Por qué necesito a Jesús?
“Estoy satisfecho con mi vida, ¿por qué necesito a Jesús?”
Escucho esta frase en boca de mucha gente. Suelen decirme: “Simplemente no siento la necesidad de tener a Cristo”. ¡Como si el cristianismo fuera algo que se empaqueta y se vende en la Avenida Madison! Lo que estamos intentando transmitirle a la gente es: “Aquí hay algo que va a hacer que te sientas bien y todo el mundo necesita un poco de esto en su armario o en su nevera”, como si estuviéramos vendiendo un artículo que fuese a añadir un toque de felicidad a nuestras vidas.
Si la única razón por la cual un ser humano necesitara a Jesús fuese para ser feliz y si esta persona ya fuese feliz sin tener a Jesús, esto significaría que en realidad no necesita a Jesús para nada. El Nuevo Testamento indica, sin embargo, que hay otra razón por la cual usted o cualquier otra persona necesita a Jesús. Existe un Dios que es absolutamente santo, perfectamente justo, que declara que va a juzgar al mundo y que cada cual será hecho responsable de su vida. En su calidad de Dios perfectamente santo y justo, exige de cada uno de nosotros una vida de perfecta obediencia y justicia. Si existe un Dios así y usted ha vivido una vida de perfecta justicia y obediencia —es decir, si usted es perfecto— en ese caso, no necesita a Jesús para nada. No necesita a un salvador porque el problema solo es de aquellos que no son justos.
Y el problema es sencillamente el siguiente: Si Dios es justo, me exige que yo sea perfecto, y yo no llego a alcanzar dicha perfección. Esto significa que me estoy enfrentando a un futuro castigo a manos de un Dios santo. Si el único modo de escapar al castigo es a través de un salvador y yo quiero escapar al mencionado castigo, entonces necesito un salvador. Algunos dirán que solo estamos intentando de predicar a Jesús como si se tratara de un billete para salir del infierno, como una forma de escapar al castigo eterno. Esta no es la única razón por la que recomiendo a la gente que acepte a Jesús, pero es una de ellas.
Creo que muchas personas de nuestra cultura de hoy día no creen realmente que Dios los hará responsables de la vida que hayan llevado, que no es verdad que Dios exija justicia. Cuando nos posicionamos en esta forma de verlo, no sentimos el peso de la amenaza del juicio. Si no sentimos temor de tratar con el castigo de Dios, entonces sea usted tan feliz como unas castañuelas si quiere. Yo, por mi parte, viviría en un temor terrible y temblaría solo con pensar en la posibilidad de caer en las manos de un Dios santo.
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