La resurrección de Cristo y la realidad del evangelio
El modelo del año cristiano es un ejercicio de la disciplina de la iglesia. Las celebraciones anuales de la Navidad y del Día de Resurrección obligan a la iglesia a considerar de nuevo las verdades de la encarnación y la resurrección de Cristo.
Los cristianos entienden que cada Día del Señor es un Día de Resurrección, pero este domingo es la festividad que pone a todo cristiano frente a frente con la tumba vacía y la verdad del Señor resucitado.
El domingo de resurrección es el acontecimiento central en el año de la iglesia, el punto culminante de la adoración, la expectación y la celebración. Ésta última es también como la prueba de fuego de la fidelidad y la convicción de la iglesia.
El mundo secular ha hecho todo lo que ha podido para convertir la Navidad en un desastre, pero sin embargo ha ignorado en gran medida nuestra celebración de la Resurrección. Donde se inmiscuye el comercialismo, todo llega en forma de huevos, pollos y conejos, nada que tenga que ver con la Resurrección. El hecho es que, el mundo secular intentará domesticar, comercializar, y domar al bebé en el pesebre, pero huirán a una velocidad suicida de la cruz y de la tumba vacía.
Esa cruz se levanta como condenación de todos los intentos humanos de pretendida superioridad moral y el mundo caído hará todo lo que esté en su mano para esconder la cruz de su vista. La tumba vacía es el sello y la confirmación de la cruz, y el mundo se tapará los ojos.
La resurrección de Jesucristo de los muertos separa el cristianismo de todo lo que no es más que mera religión, cualquiera que sea su forma. El cristianismo sin la resurrección literal y física de Jesucristo de entre los muertos no es más que una mera religión entre muchas otras. “Y si Cristo no ha resucitado —dice el apóstol Pablo— vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe” (1 Corintios 15:14). Además, “¡todavía estáis en vuestros pecados!” (v. 17b). Pablo n o podía haber elegido un lenguaje más fuerte. “Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima” (v. 19).
A pesar de todo, la resurrección de Jesucristo ha estado bajo continuos ataques desde la era apostólica. ¿Por qué? Porque es la confirmación central de la identidad de Jesús como Hijos de Dios encarnado y la señal final de la obra acabada de expiación, redención, reconciliación y salvación de Cristo. Aquellos que se oponen a Cristo, ya sean líderes religiosos del siglo I o laicistas del siglo XXI, reconocen la Resurrección como la justificación de Cristo contra sus enemigos.
Aquellos que quieren atacar a la iglesia y rechazar su evangelio deben dirigir sus flechas a la reivindicación verdadera más crucial del Nuevo Testamento y los discípulos: que Jesucristo, habiendo sufrido la muerte en la cruz, aunque no había cometido pecado llevó los de aquellos que vino a salvar, fue enterrado en una tumba sellada y vigilada, y fue resucitado por el poder de Dios al tercer día.
Como Pablo entendió muy bien, que el éxito o el fracaso del cristianismo se encuentra en la tumba vacía. Si Cristo no resucitó, somos dignos de lástima porque nuestra fe es vana. Aquellos que quieren predicar un cristianismo sin resurrección han sustituido la verdad del evangelio por una mentira. Pero, según afirmó Pablo, Cristo resucitó de los muertos. Nuestra fe no es en vano, sino que está depositada en el Señor resucitado. Voluntariamente se enfrentó a la muerte en una cruz y derrotó a la muerte desde la tumba. La Resurrección es la señal total de la justificación que Dios hizo de su Hijo.
Como John A. Broadus predicó hace más de un siglo: “Fue el manual firmado de la Deidad, fue el sello del Soberano del Universo pegado a su reivindicación, declaró que Él era todo lo que Él había profesado ser y, de esa forma, establece la verdad de todas sus enseñanzas y de toda la sociedad cristiana. El gran hecho de que Jesucristo resucitara de entre los muertos es el centro de la evidencia del cristianismo”.
Los creyentes no tienen ninguna razón de estar a la defensiva en cuanto a la Resurrección. Por el contrario, cualquier negación de la Resurrección sería negar al Salvador. La evidencia bíblica es abrumadora.
Tal y como los discípulos predicaron en los primeros sermones cristianos: “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos… Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2:32, 36).
La Resurrección no fue el amanecer de una conciencia de la presencia continuada de Cristo entre los discípulos, sino que el cuerpo de Jesús se levantó literal y físicamente de entre los muertos. La iglesia está fundada sobre el Señor resucitado quien apareció entre sus discípulos y fue visto por cientos de personas.
La iglesia no tiene un simple permiso para celebrar la Resurrección, sino que tiene un mandamiento de proclamar la verdad de que Dios resucitó a Jesucristo de entre los muertos. El Señor resucitado dio una comisión sagrada a la iglesia de que llevara el evangelio por todo el mundo. Como Pablo dejó bien claro, la resurrección de Cristo también viene como un consuelo para el creyente, porque su derrota de la muerte es un anticipo y una promesa de nuestra propia resurrección por medio de su poder. “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 corintios 15:53).
Así que, cuando la iglesia se reúne para celebrar la resurrección de Jesucristo, deberíamos mirar hacia atrás, con agradecimiento, a esa tumba vacía y hacia delante al cumplimiento de las promesas de Cristo en nosotros. El Día de Resurrección no es una mera celebración: también es verdaderamente una preparación. La resurrección de Jesucristo es la promesa de nuestra resurrección de los muertos y de la victoria total de Cristo sobre el pecado y la muerte. La resurrección de Jesucristo se encuentra en el centro mismo del evangelio cristiano. La tumba vacía está llena de poder.
Este artículo fue escrito por el Dr. Albert Mohler, presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur en los Estados Unidos. Usado con permiso. Traducción de www.ibrnb.com, Derechos Reservados.
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