Alabanza inteligente (Sal. 119:27)
Hazme entender el camino de tus preceptos,
y meditaré en tus maravillas (Sal. 119:27).
Nuestra generación sufre por un exceso de información y una escasez de meditación profunda. Incluso en medio de tecnologías explosivas y quizás, hasta cierto punto, a causa de éstas hay una fuerte corriente oculta de anti intelectualismo. Sin un arduo esfuerzo para evitar las distracciones crónicas del omnipresente teléfono móvil, emails, iPods, portátiles en zonas WiFi, junto con los demás medios de comunicación más antiguos como la televisión por cable, radio y periódicos podemos sufrir de una sobrecarga de información. Esta anula cualquier tiempo importante y la energía mental para dedicarse a meditar en las cosas profundas de Dios, mientras que nuestra amplia y superficial de incontables cosas triviales nunca ha sido mayor.
El prejuicio cultural en contra de la verdadera inteligencia es tan evidente en la subcultura evangélica como en toda la sociedad en general. La adoración religiosa se suele concebir como una desviación del pensamiento racional con el fin de entregarse a una absurda experiencia eufórica de alabanza según los sentimientos del momento. El duro trabajo mental de captar la verdad acerca de los atributos de Dios y la obra redentora en Cristo no tienen nada que ver con esta actividad popular que llena grandes estadios con lo que se llama “megaiglesias”. Solo Dios puede revisar el servicio impuro de Su pueblo y emitir un juicio final, pero nosotros no podemos evitar pensar si Él recibe alguna adoración verdadera de semejantes congregaciones.
Irónicamente, se puede achacar lo mismo incluso a miembros de pequeñas iglesias reformadas que no pasan prácticamente ningún tiempo en la Palabra de Dios ni en la oración a lo largo de la semana y vienen luego a los cultos con su apatía, no experimentan ningún entusiasmo por Dios ni por Su evangelio durante el tiempo que pasan allí, y se van con la misma falta de celo religioso con la que vinieron. Los sermones soporíferos y los oyentes somnolientos son la plaga de estos ministerios. Los cultos secos de las iglesias inducen a las personas a pensar que las necedades de la megaiglesia deben ser una mejora.
Esta noche, nuestro texto inspirado sugiere que
La verdadera alabanza es el fruto de la iluminación divina
Observe la conexión causa/efecto en las dos líneas del pareado. El salterio escocés (1650) lo destaca bien:
El camino de tus mandamientos
Me hacen entender correctamente
Que todas tus obas que son maravillosas
A otros debo mostrar
La segunda línea de nuestro texto no es una promesa, sino más bien un reconocimiento del inevitable resultado de la contestación a la oración expresada en la primera línea.
Nuestro deseo de recibir inteligencia para entender los preceptos de Dios no puede ser demasiado serio. Una vez recibido ese tipo de iluminación no nos callaremos. Nos mostraremos encantados y nuestra conversación contará los hechos de Aquel cuyo nombre es Admirable.1
NUESTRA NECESIDAD DE ILUMINACIÓN DIVINA
“Hazme entender el camino de tus preceptos”. Observe varias cosas evidentes acerca de esta primera línea. Primero, es una oración dirigida a Dios. Oír y estudiar la Palabra de Dios sin orar pidiendo que nos de entendimiento es una ofensa hacia Él porque
1) dejamos de reconocer la infinita santidad de Su Palabra en comparación con cualquier otro escrito;
2) eso sería exaltar la capacidad humana mucho más allá de cualquier justificación razonable;
3) es prácticamente negar nuestra predisposición pecaminosa contra la verdad de Dios y
4) es prácticamente el planteamiento de un ateo. ¿Por qué no pedirían aquellos que realmente creen en Dios Su bendición al tener contacto con Su Palabra?
Segundo, se requiere algo más que una simple relación con la Palabra de Dios para tener una profunda comprensión de su significado. “Enséñame tus estatutos (119:26) conduce a “hazme entender el camino de tus preceptos” (119:27) o “¡ayúdame a entender lo que significan tus preceptos! (NET). Cualquiera puede leer y tener una comprensión intelectual de las palabras de las Escrituras, pero solo aquellos que son enseñados por Dios en el hombre interior, por medio del Espíritu Santo, llegan a ver la luz espiritual de Cristo en el mensaje bíblico, y a amar Su gloria en ella.
Tercero, esta oración pidiendo iluminación divina es una preocupación dominante entre muchas peticiones (cf. Sal. 27:11; 86:11; 119:12; 143:8-10). De esta manera, incluso el autor humano, de las composiciones de inspiración divina conocidas como Salmos, confiesa implícitamente su sordera espiritual y su estupidez natural en las cosas divinas. En esto deja un ejemplo para nosotros.
Lector, antes de que oigas [un sermón], recuerda que abrir tus oídos es prerrogativa de Dios: “Has abierto mis oídos”, Sal. 40:6. Por naturaleza hay una gruesa película en sus oídos que impide que oiga; sus oídos están bloqueados para que los sermones no puedan penetrar. Pues bien, solo Dios con Su jeringa puede disolver la cera que se ha cuajado en ellos, y atravesar la piel para que usted pueda escuchar y vivir. Recuerde que Dios es quien ha hecho tanto al ojo que ve como al oído que oye. Por lo tanto, ruéguele a Él que abra sus ojos para que pueda ver Su hermoso rostro en el espejo de la Palabra; y que abra sus oídos, para que usted pueda oír Su bella voz en la Palabra; y que abra su corazón para que usted pueda recibir de su gracia por medio de la Palabra. Diga usted como David: “SEÑOR, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas” (Sal. 25:4). “Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas” (Sal. 119:27). No se desanime por lo misterioso de la Palabra o por su propia torpeza, porque Aquel que hizo la cerradura puede darle a Usted una llave que servirá para abrir todas las puertas.2
NUESTRA RESPUESTA DE ADORACIÓN DIVINA
La VA traduce la segunda línea así: “Así hablaré de tus obras maravillosas.” La palabra “así” conecta esta idea a la primera, como si el efecto fluyera de la causa. La gramática hebrea “indica propósito/resultado después del imperativo que precede.”3 El salmista siente que su obligación moral y su incapacidad natural van juntas a la hora de hacer esto, y por eso suplica a Dios que le conceda el entendimiento que se requiere para tener la capacidad y la motivación de cumplir con el deber.
El verbo hebreo significa “hablar” (con la connotación de alabar4) y también “meditar” (Sal. 119:15, 23, misma palabra hebrea), con el contexto gobernando el discernimiento de su sentido en un caso dado. En inglés tenemos dos palabras distintas, pero ésta en hebreo fusiona ambos conceptos. “Implica una reflexión profunda que se siente desde el fondo del corazón, expresada o sin expresar.”5 Sea cual sea la que los traductores elijan, la otra va insinuada.6 La meditación inspira alabanza, y no hay verdadera alabanza aparte de la meditación.
Al parecer, otra cosa que esto implica es hablar a otras personas, ya sean santos o pecadores, acerca de las profundas cosas que Dios nos enseña. Necesitamos la ayuda de Dios para hablar bien, ya sea para la edificación de nuestros hermanos, o para evangelizar a los que espiritualmente son profanos. Como dijo Charles Bfridges:
A menudo nos quejamos de limitación en la conversación religiosa. Pero la oración –Hazme entender mientras hablo– traerá “un carbón encendido a nuestros labios” desde el altar de Dios—“Nuestra boca hablará entonces de la abundancia del corazón” (Mt. 12.34), e “impartirá gracia a los que escuchan” (Ef. 4:29). Humildad, disposición a ser enseñado, simplicidad, traerán luz al entendimiento, influirá en el corazón, “abrirá los labios”, y unirá cada miembro que tengamos en el servicio y alabanza de Dios.7
Notas:
1. Henry Law, Daily Prayer and Praise: The Book of Psalms Arranged for Private and Family Use, c. 1878 [Oración y alabanza diarias: El libro de los Salmos adaptado para el uso privado y familiar]
2. El puritano George Swinnock, Works I. 153, parafraseado
3. Notas de la Biblia NET
4. Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains #8488 [Diccionario de las lenguas bíblicas con dominios semánticos]
5. Plumer, in loc.
6. TWOT #2255
7. Charles Bridges, Commentary on Psalm 119 [Comentario sobre el salmo 119].
© Derechos reservados