Purificar una vida jóven (Sal. 119:9)
¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu palabra (Sal. 119:9).
Este es el primer versículo de la segunda sección de ocho, y donde cada uno de ellos comienza con la letra “beth”, segunda letra del abecedario hebreo. Es una de las pocas preguntas de este salmo. A diferencia de cualquiera de los demás del mismo tipo es muy similar a una pregunta de catecismo con su respuesta, donde el instructor pregunta y espera las respuestas memorizadas:
P. ¿Con qué limpiará el joven su camino?
R. Con guardar tu palabra.
En esto tenemos obviamente dos cosas importantes — 1) el problema del camino pecaminoso de un joven, a 2) el remedio para la purificación espiritual de un joven.
Un joven tiene que utilizar las Escrituras para purificar su camino.
La meditación deliberada y paciente de este texto, en particular con la ayuda de una exposición excepcional como la de Thomas Manton, revela que la frase anterior es un escueto resumen. Vamos a recabar unos cuantos pensamientos edificantes de este apropiado versículo.
LA PECAMINOSIDAD JUVENIL
“Tus estatutos guardaré.” Es importante tener en mente el sentido total de los versículos anteriores, a la hora de interpretar este.
El salmista ha hablado de la bienaventuranza de una piedad verdadera (vv. 1-3). Reconoce que una excelencia semejante de piedad es su solemne deber moral (v. 4). Por lo tanto, ora con denuedo buscando la ayuda divina para poder llegar a ser ese tipo de persona (v. 5). Solo cuando se logra alcanzar esa obediencia reverente e integral hacia Dios, toda ocasión de vergüenza personal se disipa (v.6). Al contestar Dios su oración, llevándole poco a poco hacia una vida hábil y sabia que demuestre un dominio de la piedad; el salmista sabe que será capaz de alabar a Dios de una forma más pura (v. 7). El salmista confiesa que la gloria de Dios es el mayor propósito de la piedad del hombre.
Este es el contexto en el que escribe “Tus estatutos guardaré”. Le está expresando solemnemente a Dios su decisión santa y celestial. Su declaración no es un alarde humanístico sino devoción espiritual. Puede incluso ser una expresión de esperanza basada en la fe con respecto al futuro, como si hubiese dicho “Señor, en una cosa confío, en que Tu que has comenzado la buena obra en mi, la perfeccionarás hasta el día de Jesucristo” (cf. Fil. 1:6). Spurgeon comentó,
Una determinación tranquila. Cuando la alabanza (v. 7) nos tranquiliza y nos lleva a una sólida determinación (v. 8) el alma va bien. El fervor que se desperdicia cantando, y no deja ningún residuo de vida santa, no merece mucho la pena: “Alabaré” (v. 7) debería emparejarse con “guardaré” (v. 8).
UN HUMILDE RECONOCIMIENTO
La sociedad antigua judía era patriarcal (lit. gobierno del padre), y el NT endosa esa perspectiva básica. Por consiguiente, la espiritualidad de los jóvenes era una preocupación especial, como debería serlo para nosotros. La mayoría de los jóvenes se casarán y serán padres, y ¡ay de la familia cuya cabeza es un hombre impío! Su mujer e hijos sufrirán, a menudo en el cuerpo, pero ciertamente en el alma; y eso será eternamente quizás por estar bajo su gobierno pecaminoso y sin el inmenso beneficio de ser pastoreados por un marido y padre como Cristo. Dicho esto, las mismas realidades espirituales de este versículo se aplican también a las mujeres.
Considere la referencia particular al joven — “un hombre Joven.” Nacimos pecadores y, desde la infancia, nuestro camino está moralmente contaminado. “Se apartan los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.” (Sal. 58:3). Esto es lo que somos por naturaleza, separados de la gracia de Dios, de la obra de Su Espíritu Santo en el alma, y de la dirección de Su Palabra. La frase “limpiar su camino,” se traduce muy acertadamente del hebreo (alt. “purificar su camino), y da por sentada la ya contaminada forma de vida de cada joven. ¡Observe! No es solo “”¿Cómo guiará un joven su camino?” sino “limpiarlo”. La interpretación de la ESV es incorrecta., “¿Cómo podrá un joven guardar su camino puro?” sugiere mantener más que una santificación progresiva.
Esto no es negar lo pecaminoso del hombre viejo, sino más bien enfatizar que incluso la vida de los jóvenes está llena de pecado y necesita su atención esforzada en la purificación espiritual. Puede incluso sugerir que el joven no está tan endurecido como los viejos pecadores, y que por la gracia de Dios es más probable que reciba este buen consejo.
Sin embargo, incluso así no es habitual encontrar a jóvenes que se tomen en serio su santificación, porque se suele pensar que la religión ferviente va más con los mayores, por tener menos tiempo para preparar su encuentro con Dios. Algunos dirán abiertamente, “¡Deja que disfruten mientras son jóvenes, antes de que encuentren trabajo, se casen, tengan hijos y la vida se convierta en un lastre. La universidad es para pasárselo bien! En una palabra, este es el camino a la muerte y el infierno. En cuanto una persona joven tiene uso de razón, bastante antes de la edad adulta, tiene un deber. El camino de la sabiduría es buscar a Dios con todo su corazón. El sabio Salomón aconsejó a sus lectores, “Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud” (Ec. 12:1). Pablo habló bien de Timoteo cuando escribió “desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación” (2 Ti. 3:15). La gente joven es pecadora, por lo tanto necesita desesperadamente limpiar su camino delante de Dios.
Otra razón por la que hay que dirigirse específicamente al joven es por las tentaciones particularmente fuertes asociadas con ese tiempo de la vida. El diablo viene con todo su poder contra nuestros hijos, jóvenes adultos, porque si consigue inducirles a la apostasía habrá pocas posibilidades de que se recuperen. Si los deja hasta que lleguen a ser “ancianos en Israel”, con un discernimiento mayor en las cosas espirituales, y disciplinados en santidad a lo largo de muchos años como hombres de decisión, las perspectivas de éxito de Satanás se verán muy disminuidas. Monton advierte que:
La juventud necesita más [este] consejo, ya que está inclinada a la libertad y los placeres carnales; es propensa a dejarse llevar por los impulsos de la carne hasta ser apartada del camino correcto. Indócil en sus pasiones y terca necesita que su fogosidad [animado ardor] sea moderada por las frías doctrinas del arrepentimiento y la conversión a Dios. Por lo tanto, aunque no se excluye a los demás, el joven se menciona expresamente; el potro joven necesita freno fuerte. La palabra es útil para todos, pero especialmente para la juventud, para frenarla como a los caballos, y reducirla a la razón (in loc.)
Una falta total de interés en esta misma pregunta ya evidencia una particular perversidad de espíritu, y esa necedad pecaminosa ya se ha agarrado de tal manera al alma que le pone al descuidado una marca, poniéndole bajo el dominio pleno del diablo y haciendo de él su dispuesto sirviente. ¡Deje que esta idea le alarme, si este es su caso!
LIMPIEZA JUVENIL
El Señor, en su infinita misericordia, conoce la verdadera naturaleza de los problemas de la juventud, también prescribe el remedio. El evangelio proclama gloriosamente que hay, ciertamente, un proceso por el cual el camino del joven puede limpiarse. Independientemente de lo grandes y equivocadas que hayan podido ser las elecciones de su vida, por medio de Cristo hay una oportunidad de recuperación radical y un progreso espiritual genuino.
Todo el consejo de Dios nos enseña que hay muchos “medios de gracia” (medios a través de los cuales Dios imparte habitualmente Su gracia) pero este texto se centra en lo que debe considerarse el más importante: la Palabra de Dios.
La pregunta es específicamente: “¿con qué [cómo, con qué medio] limpiará el joven su camino?” La respuesta se da en la versión autorizada de forma muy precisa: “con guardar tu palabra.” Las cursivas indican que no corresponden a ninguna palabra hebrea del original, pero los traductores las consideraron necesarias para transmitir el verdadero significado en el idioma correspondiente. El antecedente de “con guardar” está en “su camino”, y por lo tanto se sugiere un paralelo. El joven debe guardar constantemente (según el hebreo) su vida de acuerdo con la Palabra de Dios. Otra traducción dice “por guardarla de acuerdo con tus instrucciones” (NET, MG: Heb. “manteniéndome según tu palabra”).
En otras palabras, para que un joven limpie su camino es absolutamente necesario que lo considere a la luz de las Escrituras. Esto significa ser un estudiante de sí mismo y, a la vez, un estudiante de las Escrituras. Luego se comparan ambas cosas, con su propio corazón y conducta siempre en un estado de revisión y reforma constantes, con la Biblia como estándar constante y perfecto de la verdad y la justicia. Allí donde se descubra una desviación entre su vida y la sabiduría bíblica deberá confesar ese error como pecado, y abandonarlo. De la misma manera, cuando descubra por medio del estudio de la Biblia que hay algunas virtudes y deberes que están ausentes en su vida, deberá con la ayuda de Dios orar y esforzarse para poseer los frutos del Espíritu y practicar esas buenas obras elogiadas y ordenadas en la Palabra de Dios.
Los primeros intentos serios en esa dirección están avocados a ser difíciles y decepcionantes, porque el joven descubre el abismo que hay entre lo que él es y hace y el camino estrecho prescrito por la ley moral de Dios, perfectamente ejemplarizado en Cristo nuestro Señor. Otro escollo potencial es pensar que ese tipo de esfuerzos espirituales son inútiles porque el progreso parece llegar muy lentamente y con unos pasos demasiado pequeños, si es que se dan.
Es precisamente en este punto en el que el joven debe tener fe en el consejo del Sal. 119:9, dándose cuenta de que no es solo una prescripción para purificar una joven vida, sino también una promesa de la bendición de Dios sobre el plan. Es decir, cuidando su vida de acuerdo con la Palabra de Dios el joven será capaz, por la gracia de Dios, para limpiar su camino. Ese esfuerzo no es en vano, aunque el enemigo de su alma le diga esto para tenderle una trampa. ¡No se desanime nunca y no le de jamás la espalda a esta exigente disciplina espiritual porque mientras usted la descuide, solo irá de mal en peor espiritualmente hablando. Empezará a caer en esa espiral descendente de la que, a menudo, no hay recuperación hasta que se convierta en alguien extremadamente miserable e incorregiblemente perverso: una amenaza para usted y para los demás. Un joven debe usar las Escrituras para limpiar su camino.
Muchas aplicaciones prácticas fluyen fácilmente de estas verdades. Lea y estudie su Biblia con el compromiso diario inflexible que ella se merece, porque su vida depende de ello. Léala sistemáticamente porque cada página tiene el consejo que usted necesita para escapar de las contaminaciones del mundo, por medio de la lujuria. Ella contiene la instrucción y la exhortación absolutamente necesaria para que sea un hombre piadoso como Jesucristo. Léala con mucha meditación acerca de las implicaciones que tiene sobre sus actitudes, conversación, decisiones, relaciones, carrera y conducta general. Léala con mucha oración, rogándole al Dios que su sabiduría se hunda dentro de su alma, purgándole de todos sus pecados, y transformándole en un verdadero cristiano, incluso cuando nadie le esté observando. Léala humildemente, no tardando en confesar sus pecados al Señor en un lugar secreto, y admitir sus pecados más visibles ante aquellos que han sufrido por causa de ellos, pidiendo su perdón y oraciones para usted. Esté presente en cada oportunidad donde la Palabra se enseñe y predique de forma competente, especialmente en las reuniones establecidas en la iglesia. Después del tiempo privado dedicado cada día a la Palabra, aprovechando cada ratito de tiempo a lo largo del día para trabajar por medio de un gran libro de consejo escrito por guías demostrados en cuanto a la espiritualidad bíblica. Finalmente, con la bendición de Dios, su progreso será algo evidente para todos. Amén.
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