Bienaventuranza del cristiano devoto (Sal. 119:1-3)
¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto,
los que andan en la ley del SEÑOR!
¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios,
y con todo el corazón le buscan!
No cometen iniquidad,
sino que andan en sus caminos (Sal. 119:1-3).
¿Es usted un cristiano devoto [que tiene y demuestra un profundo compromiso religioso, completamente comprometido con una causa o creencia]? Derivado del verbo “dedicar”, dar todo de uno mismo a algo (siglo 16) dedicar formalmente, consagrar ¿Dirían esto de usted los que le conocen bien? ¿En qué se diferencia su forma de vivir de aquella de los no cristianos morales?
Mientras no aprecie lo deseable y excelente de esa forma de vida, no podrá alcanzar ni mantener esta condición espiritual; mientras no la desee ardientemente porque la aprueba de todo corazón. Por lo general, cuanto más ferviente sea su deseo más éxito tendrá su búsqueda.
Sal. 119:1-3 es la introducción de este salmo único que se abre con un elogio del ideal religioso. Estos versículos están directamente escritos para el lector; desde 119:4 en adelante, se dirige al Señor como en una oración. No da a entender que el salmista lo haya alcanzado ya, pero iba por buen camino. Esta es la imagen de Jesucristo, el Hombre perfecto, nuestro Ejemplo. “la santidad perfecta es la meta de los santos sobre la tierra, y es la recompensa de los santos en el Cielo” (Holiness [Santidad] de Joseph Cap en The Golden Treasure of Puritan Quotations
El Salmo 119 es una serie de 22 grupos de ocho versículos (en total 176 versículos). Cada uno de ellos va asociado a una de las 22 letras del abecedario hebreo, por orden. En hebreo, los primeros ocho versículos comienzan por alep;, el siguiente grupo de ocho, por beth, etc. Esto era una ayuda a la hora de memorizarlo. Es una gran estructura literaria. “El autor tenía un tema que llenaba su alma; un tema tan grande como la vida misma que ordenaba la longitud, la anchura, la altura y la profundidad del caminar de una persona con Dios. Solo la utilización del pleno poder del lenguaje bastaría para expresarlo, y el abecedario era un símbolo de lo más adecuado.” (TNIVSB).
Otro rasgo distintivo es la contante referencia a la palabra de Dios, que encontramos en casi cada versículo, bajo siete términos: torah (ley); edah (testimonios); piqqud (preceptos); choq (estatutos); mitszvah (mandamientos); mishpat (juicios); dabar (palabra); imrah (palabra); y eduwth (testimonios). Cada uno tiene sus propias connotaciones. La mayoría de ellos se encuentra en cada grupo de ocho y sirve para mostrar la muy alta opinión que el salmista tenía de las Escrituras en su búsqueda de comunión con Dios. El punto principal del salmo 119 puede muy bien ser el de la devoción a Dios y Su Palabra están indivisiblemente vinculados. Cada uno de ellos implica al otro y precisa del mismo. Nuestra generación necesita desesperadamente este mensaje, a causa de los extremos erróneos de la piedad mística (la Palabra sin Dios).Ambos equivalen al antinomianismo (negación a las leyes de moralidad).
A menudo, la poesía hebrea utiliza paralelismos, típicamente la existencia de pareados mutuamente interpretativos. Las categorías de paralelismos clásicos son sinónimas (la misma cosa esencialmente repetida para darle más énfasis), antitéticas (cosas opuestas contrastadas), y culminantes (la segunda línea pone de manifiesto el pensamiento de la primera). Para una acertada interpretación y una meditación devocional sería de gran ayuda prestar atención a las estructuras paralelas.
LOS CRISTIANOS FIELES SON LOS MÁS BENDECIDOS (119 1 a, 2a)
Esto es una beatitud del AT (pronunciamiento de bienaventuranza). Va más allá de decir quien es más “bendecido” por Dios. La Palabra profética anuncia que el favor de Dios reposa y Su salvación ha venido y vendrá para un cierto tipo de persona→ los que tengan una verdadera fe práctica en Él y en Su Palabra. Esta bienaventuranza de apertura “evoca gozo y gratitud, porque el hombre puede vivir en comunión con Dios” (EBC sobre Sal. 1:1). Es espléndido: “Bienaventurados los perfectos de camino” (Clarke).
Aquí el salmista muestra que las personas piadosas son felices; son y serán realmente bendecidos. Dicha [felicidad intensa] es lo que todos parecemos ambicionar y perseguir. No nos dice aquí en qué consiste; nos basta con saber lo que debemos hacer y ser para poder alcanzarla. Y eso sí se nos dice aquí. Todos querrían ser felices, pero pocos toman el camino correcto. Aquí, Dios ha puesto el camino apropiado delante de nosotros para que, con seguridad, lleguemos a ser felices. Sin embargo, ese camino puede ser angosto. Las bienaventuranzas son para los justos; cualquiera de ellas. Observe ahora el carácter del que es feliz (M. Henry).
Toda la predisposición mental hebrea es que un estado de bienaventuranza era un don de Dios, Quien lo controla todo y no el logro humano del más inteligente o más poderoso. Si usted se siente realmente bendecido, tiene que darle gracias a Dios por ello porque es Su gracia la que reposa sobre usted. El pecado trae miseria; el Señor irrumpe en la miseria del hombre y, por Su misericordia y poder, restaura la verdadera felicidad total y el bienestar en algunos por Su placer soberano y para honra de Su gloria. Este es el evangelio en el AT: Dios salva a los pecadores.
Solo los creyentes aceptan esta beatitud como algo genuinamente verdadero. Los incrédulos piensan que pueden ser más bendecidos ignorando a Dios, adorando a dioses falsos, o resistiéndose conscientemente a Dios; por eso siguen haciendo esas cosas. La prueba decisiva de su consentimiento sincero es la motivación hacia esa promesa.
LOS CRISTIANOS DEVOTOS VIVEN EN COMUNIÓN CON DIOS Y CON SU OBRA (119: 1-2)
A continuación, se describe a los más bendecidos:
los perfectos de camino,
los que andan en la ley de Jehová
los que guardan sus testimonios,
y con todo el corazón le buscan
Perfectos tiene el sentido de sincero (RVR-60). “El camino” es el curso de la vida de una persona. Cada vida lleva un cierto curso, y este es el reflejo del carácter de la persona. Los más bendecidos son aquellos cuya manera de vivir muestra integridad, honestidad y coherencia.
“Andan (forma metafórica para la conducta habitual) en la ley (torah, lit. dirección; instrucción profética escrita, guía que viene por inspiración divina) del Señor (Jehová, único nombre del Señor de las Escrituras).
La palabra hebrea torah, traducida por ley, significa básicamente “instrucción” o “dirección”. De manera más amplia se refiere a todas las instrucciones de Dios, desde Moisés hasta los profetas. Más estrictamente se refiere a los cinco libros del Antiguo Testamento. La ley no fue nunca diseñada como medio de salvación; nadie puede ser salvo por cumplirla. El Señor dio Su ley a un pueblo con el que ya había establecido una relación de pacto, por gracia (Ex. 20:2). Más bien la Ley era el medio que tenían los israelitas para aprender a vivir como pueblo santo de Dios,
Sistemáticamente, los salmistas describen la Ley de Dios como una gran bendición: era la revelación de Dios, por gracia, a Su pueblo para su propio bien (Deut. 6:1-3). Dios, en Su misericordia, señalaba mediante la Ley la senda correcta que debían seguir. Fueron las incorrectas interpretaciones legalistas de la Ley las que instigaron las declaraciones negativas sobre ella, en el Nuevo Testamento (Nelson Study Bible).
Bienaventurados los que convierten la voluntad de Dios en su norma a la hora de actuar y permiten ser gobernados por ella, en toda su conversación. (M. Henry)
Además, los más bendecidos “guardan [observan, conservan, obedecen] Sus testimonios [el propio testimonio verbal de Dios en cuanto a lo que es bueno, correcto y verdadero].” Estos son los que “Le buscan con todo su corazón”, expresión de amor que todo lo consume hacia Su persona, y que confían en Su Palabra. Los de corazón dividido están condenados a la frustración espiritual; han perdido la esencia de la verdadera piedad que es la única en tener la promesa de la bendición de Dios (Deut. 6:4-5; 4:29; Jer. 29:13; Lc. 11:9-10; Stg. 1:5-8).
Esto identifica a los que son bendecidos y, al mismo tiempo, a la esencia misma de su bienaventuranza. La comunión con Dios por medio de la fe y la obediencia a Su palabra en sí misma una finalidad. No creemos en Dios y le obedecemos para conseguir algo más deseable o valioso. A menudo, los más bendecidos no son ricos, o tienen buena salud, o están libres de graves sufrimientos y persecución; pero son realmente los más bendecidos porque tiene la mejor porción que un hombre puede tener — a Dios mismo Sal. 73:26; Sal. 23:1)
LOS CRISTIANOS DEVOTOS ILUSTRAN LA SANTIDAD (119:3)
Finalmente, los cristianos devotos se describen de manera negativa y también positiva:
Pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos.
“Iniquidad significa maldad, perversidad, incluso actos violentos de injusticia, o injusticia en general. Es el resultado del concepto de desviarse de un estándar; aquí el estándar es la ley justa de Dios. Los más bendecidos son aquellos cuya vida real se conforma a la voluntad de Dios revelada. “Andan en Sus caminos”, viven regularmente en una forma que agrada a Dios. Son la personificación de la Palabra de Dios; un reflejo de Jesucristo, la Palabra viva encarnada:
Siendo manifiesto que sois carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. (2ª Co. 3:3 VRV-60).
Y uno se puede preguntar: “¿Excluye el profeta de la esperanza de felicidad a todos los que no adoren a Dios perfectamente? Si este fuera el significado, debería decir a continuación que solo los ángeles pueden ser felices, ya que el perfecto cumplimiento de la ley no se encuentra en ningún sitio sobre la tierra. La respuesta es fácil: Cuando se exige rectitud a los hijos de Dios, no pierden la remisión por gracia de sus pecados que es en lo único que consiste la salvación. A partir de ese momento, aún siendo felices, los siervos de Dios todavía necesitan refugiarse en Su misericordia porque su rectitud no es completa. De esta manera podemos decir que los que cumplen fielmente la ley de Dios son realmente felices, y de ese modo se cumple lo que declara el Sal. 32:2, “Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad.” (Calvino).
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